Edicion octubre 10, 2024

El protagonismo como enfermedad

Columnista - Hernán Baquero Bracho.

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El protagonismo como enfermedad

Columnista – Hernán Baquero Bracho.

El protagonismo en el ser humano es una enfermedad psicológica, sociológica y deforme del yo personal, que origina la excelencia del ego. Quien aplica la figura del protagonismo en la vida pública, en la cultura, en el diario acontecer y en cualquier circunstancia que se dé, está cubierto de tres aristas incondicionales, donde se creen dioses: la prepotencia, la preeminencia y la egolatría. Tres bases fundamentales que caracterizan a estos seres humanos que basan el protagonismo donde manifiestan esa rara enfermedad donde el ego lo manifiestan a través de la estupidez, de la mediocridad y de la incapacidad en sus actuaciones y en sus manifestaciones.

La prepotencia es una de las principales cualidades de la figura del protagonista en diferentes escenarios de la vida cotidiana. A través de la prepotencia, se creen los papa upa de la verdad, el todo señor del poder que dicen ostentar, pero que no tienen.

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Manifestada esa idiotez de esa prepotencia enfermiza, arrasan con todo, inclusive, si es de llevarse de por medio a la misma causa por la que supuestamente pelean y luchan, se la llevan por delante en su ego enfermizo.

La preeminencia, estos seres que necesitan de una terapia psicológica a gritos, por ser protagonistas, se creen los dueños de la verdad, para ellos no existe otra verdad, sino la que promulgan, donde se dan el lujo de dominar la lengua, manejan los temas con soltura y antes de que suceda cualquier cosa o evento, se les debe consultar, ya que la única verdad la poseen ellos y nadie más y por último, la idolatría, donde la muestran en toda su dimensión.

En ese afán de protagonismo, se creen dioses, los únicos que tienen relaciones de las mejores en todos los niveles, son ellos: primero para que vayan a suceder las cosas, hay que ser consultados como los dueños de todas las premisas, porque los personajes de talla departamental, regional o nacional no mueven un dedo sin antes pedir su consejo a estas personalidades subgéneros deformes en su personalidad, que sin ellos notarlos, se encuentran enfermos o nacen enfermos de la psiquis y necesitan más de un tratamiento psiquiátrico que de sus poses de seres humanos superiores y que aunque no lo crean, tienen seguidores que, de manera cauta, caen en sus redes.

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La Guajira está llena de estos seres enfermizos que manejan el protagonismo de manera rastrera, de manera omnímoda, como si fueran seres superiores, dioses del Olimpo, pero que se estrellan de manera asidua en sus egos y cuando ello sucede, caen en profundos abismos de personalidades múltiples, lo que se traduce en profundas crisis de desánimo y de tristeza y en la mayoría de los casos, las familias y los amigos son los paganos en sus desastres y en sus procederes.

En La Guajira, el protagonismo se ha venido dando en diferentes escenarios: en la política, donde más abundan, son como la verdolaga que se da silvestre y los encontramos irrigados en los diferentes municipios, haciendo magia de su egolatría – inclusive, posan como si fueran ministros o personajes salidos de la realeza – ahí mismo se encuentran enquistados en las funciones públicas, donde dan cátedras de su prepotencia y de su preeminencia, cuando en la realidad son unos pobres estúpidos dignos de lástima.

En el folclor, donde más sufren con ese ego enfermizo en los saludos de los famosos artistas vallenatos y pare de contar. ¡Dios nos salve de tales personajes, que lo único que han hecho es demarcar territorios de su desastrosa personalidad!

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