“Gracias a Dios por el sol y al IPSE por los paneles con los que ahora tenemos energía”, Carolina, mujer wayú
Cuando en los noventa Colombia entera conociera al pueblo Wayú con la novela ‘Guajira’, escrita por Fernando Gaitán y dirigida por Pepe Sánchez, a esta comunidad, ubicada en el departamento septentrional del país, todavía le faltaban años para poder encender un televisor.
Mientras los televidentes se enteraban de la historia de los palabreros y sus mujeres con vestidos coloridos, y el chivo que acompañaba sus preparaciones y negociaciones, a través de la famosa novela, las personas de esta comunidad utilizaban fogatas y lámparas de aceite o con baterías para alumbrar sus noches.
“Desde que llegaron los paneles del IPSE (Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas No Interconectadas) todo es más fácil. Nada más es prender y ya ¡hay luz! Wow”, dice emocionada Carolina Sijona, una joven mujer wayú, que era apenas una niña cuando se estrenó la novela, quien acaba de graduarse de un técnico de Atención a la Primera Infancia y que sueña con ser líder de la comunidad.
Estudiar no fue tan fácil. Carolina debía ir siempre hasta Maicao para hacer sus trabajos y consultar internet. Se ayudaba haciendo empanadas en la noche, pero por la falta de luz no podía ver tan bien la preparación de este alimento.
“Ahora es diferente. Todo cambió. La llegada de la luz nos beneficia a todos, pero quienes están más emocionados son los niños porque vamos a poder contar con la opción de usar los celulares y computadores para estudiar”, dice la mujer.
Además de las 69 familias de Yutaho beneficiadas con este proyecto que les llevó la energía eléctrica con soluciones solares fotovoltaicas individuales, también 85 instituciones educativas de zonas rurales en Maicao, La Guajira, contarán con este servicio a través de la energía del sol.
“Hicimos una inversión de $3.200 millones de pesos para llevarle la energía a estas comunidades. Se trata de soluciones que no solo transforma sus vidas sino que además logra un ahorro de la emisión de 43,81 toneladas de CO2 al año, lo que equivale a la siembra de 2.191 árboles”, explicó José Insuasti, director del IPSE.
Las pericias de antes
Carolina cuenta cómo antes de la llegada de los paneles del IPSE la recursividad era su mejor aliado a la hora de conseguir carga para sus celulares o cualquier otra actividad que requiriera energía eléctrica.
“Los que tenían más dinero utilizaban un ‘Kingo’, que se trata de un sistema privado de energía solar prepago, pero yo no me podía dar ese lujo. También nos ayudábamos de los familiares que sabían de cables y esas cosas -porque acá todos somos una familia- y ellos con pilas y bombillas armaban cosas para alumbrarnos, pero no era algo fácil”, dice Sijona.
Carolina además asegura emocionada que “la energía del sol es algo tan natural que sin él no vivimos. Gracias a Dios que hizo el sol y al IPSE que trajo los paneles”.
“Lo de la luz ha sido un buen negocio”
La llegada de la luz coincide con el plan del departamento de convertir a Cuatro Vías, ubicado a 5 minutos de Yutaho, en un parador turístico.
“Las actividades de la mujer wayú son las de tejer, cocinar… Muchas de nosotras trabajan en Cuatro Vías vendiendo arepas diariamente porque aquí comemos a diario”, explica Carolina mientras se carcajea.
Y venden más que arepas. Maíz, frijol, leña y artesanías están entre los elementos que llevan a Cuatro Vías y de las que se ha facilitado el comercio desde que cuentan con la energía eléctrica.
“Con decirles que mi prima Ashley está pensando en montar un restaurante porque como ya hay luz puede hacer sus fritos y comidas rápidas. Lo de la luz ha sido un buen negocio, para qué. El cambio ha sido demasiado, todos estamos satisfechos y felices”.