Edicion octubre 6, 2024
Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán

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Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
Pastor ICBF Riohacha – Robinson Mejía Iguarán

1. “Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
2. ⁠Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel”.

Los ministros del evangelio son obreros de Cristo, administradores de los misterios de Dios. Estos misterios (v. 1) se definen como la sabiduría del Padre y la obra redentora de Jesucristo. Los que han sido llamados como obreros de Cristo tendrán que servir con fidelidad, pese a las críticas y a la condenación. Si nos enfocamos en el reconocimiento del hombre, no podremos dedicarnos de lleno a la predicación del evangelio.

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Solo el juicio de Dios es justo y perfecto, y esto es lo único que nos debe importar. Cuando cumplamos con fidelidad el ministerio que Dios nos ha encomendado, a Su tiempo, Él mostrará lo oculto y manifestará las intenciones de nuestro corazón. Procuremos ser obreros dignos del evangelio, para recibir la alabanza del Padre.

Pablo predicó el evangelio con humildad, según la Palabra escrita. Junto a Apolos, han sido un ejemplo a seguir, en cuanto a la armonía y unidad. La palabra griega para el término *ejemplo* es *metaskematizo* que significa *”cambiar de forma, transformar”*, y denota un cambio de acción. Pablo exhorta a los santos de Cristo, entregados a la envidia y pleitos, a permanecer dentro de los parámetros bíblicos (1 Co. 4:6).

Con una pregunta retórica y sarcástica, reprende su soberbia (1 Co. 4:7-8). Dios ha apartado a los corintios para la santidad, no siendo merecedores de Su gracia (1 Co. 1:26-29). Muchos de ellos pertenecían a un estrato inferior, pero lograron saciarse, gozar de abundancia y vivir como reyes. Todo lo que disfrutamos proviene de Dios. Examinemos, pues, nuestros corazones, para no desviarnos de la Palabra y caer en la soberbia.

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Dios nos llamó a nosotros, unos pecadores, a ser fieles santos a través de la cruz de Jesucristo y nos aceptó como obreros del evangelio y administradores de sus misterios. Lo que se le exige al administrador es lealtad y humildad. Por lo tanto, como servidores y administradores de Dios, debemos cumplir con la misión que Él nos confió con fidelidad y modestia, sin alardear sobre nuestra soberbia voluntad.

Así, debemos prestar atención a lo que desea Dios y obedecer la voluntad del Padre, el único Señor, abandonando nuestras ambiciones y deseos. Esta es la actitud digna de un fiel que recibió la salvación por la gracia de Dios.

*El administrador debe cumplir con su misión con humildad y lealtad*. Dios les guarde.

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