“¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová, que escondí en cuevas a cien de los profetas de Jehová, de cincuenta en cincuenta, y los mantuve con pan y agua?”.
1 Reyes 18:13.
Dios es el único que tiene la solución de los problemas. A los tres años y seis meses desde que había comenzado la sequía (Lc. 4:25), Dios manda a Elías a presentarse ante Acab. El rey de Israel recorre el país buscando las fuentes de agua y arroyos, para hallar hierba con qué alimentar el ganado. Este debió haber sido el mejor plan alternativo que pudo pensar Acab.
Pero casi no queda agua en los arroyos de toda la nación. La sequía tan prolongada que había causado la muerte de muchas personas fue causada por la ira de Dios, a fin de brindarle la oportunidad a Acab de arrepentirse y volverse del mal. Con todo esto, el rey no tiene ningún interés en Dios, ya que se preocupa únicamente de sus ganados. La única manera de solucionar el problema de fondo, es acudiendo a Dios.
Los cristianos debemos actuar con valentía aún delante de los gobernadores de este mundo. Al encontrarse con Abdías por el camino, el mayordomo del palacio, Elías le manda a decir al rey sobre su paradero. Entonces, Abdías se sobresalta en gran manera por temor a que Elías desaparezca, y Acab termina matándole.
Y le cuenta cómo sirvió fielmente a Dios, escondiendo a cien varones de los profetas de Dios en cuevas y manteniéndoles con pan y agua. Luego, se excusa diciendo que no ha pecado tanto como para morir en manos de Acab. Entonces, el profeta le asegura que en ese día se mostrará al rey, por lo que podía decírselo a Acab.
Dios nos ha permitido cierta posición social, dinero y talentos para servir en pos del reino de Dios y la iglesia.
Dios, quien gobierna el cielo y la tierra, advierte a aquellos que se alejaron de Él por medio de desastres naturales. Pero ellos con sus ojos espirituales enceguecidos, solo tienen interés en los deseos de la carne y no se preocupan por la sed espiritual. Dios protege a quienes permanecen fieles a Él incluso, cuando la persecución de éstos se torna más cruda y nos llega el desánimo espiritual.
Dios protege a quienes lo obedecen en este mundo repleto de pecado. Dios les guarde.