16. ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: “Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
2 Corintios 6.
Seamos precavidos cuando interactuemos con incrédulos. El mandato de no unirse en yugo desigual con los incrédulos (2 Co. 6:14) nos insta a apartarnos de los inconversos. Pablo establece el contraste de la justicia y la injusticia, la luz y las tinieblas, Cristo y Belial, el creyente y el incrédulo, el templo de Dios y los ídolos.
Sostiene que debemos apartarnos de los incrédulos porque no puede existir compañerismo, comunión, armonía o acuerdo con ellos. Actualmente, vivimos en la misma sociedad con los inconversos e interactuamos con ellos, pero no podemos estar de acuerdo con los dioses que ellos veneran o con su perspectiva de vida. Podemos cuidar de los que adoran a otros dioses, pero no aceptar sus ideologías paganas o imitar sus obras que van en contra de la verdad.
1. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2 Corintios 7:1.
Como creyentes, todos hemos recibido promesas de Dios. Por promesa, este pasaje se refiere a yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo… Yo os recibiré y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso (2. Co. 6:16-18). La relación entre Dios y los creyentes es la del Santo y Su pueblo y Dios Padre y Sus hijos.
Por tanto, si tenemos comunión con Dios, no podemos ir a templos paganos y comer lo sacrificado a ídolos. Debemos limpiarnos de toda contaminación de la carne y del espíritu, de manera integral. Perfeccionemos, pues, la santidad de nuestra vida en el temor de Dios, por cuanto se trata de una promesa y mandato del Dios Santísimo.
Dios desea que vivamos en la tierra como devotos cristianos. Por eso, debemos diferenciarnos del mundo, aunque vivamos en el. Esto quiere decir, participar de la intención de Dios, quien salvó al justo del mundo de la injusticia. Además, se trata de seguir la vida de la luz en medio de la oscuridad y mirar a Cristo en la ciudad de la idolatría.
Esto solo es posible si nos acompaña el Espíritu Santo, que es el Espíritu de la sabiduría. Solo podremos revelar la buena influencia del cristiano en nuestras vidas cuando comprendamos, con la ayuda del Espíritu, que nosotros somos el templo donde habita Dios, y nos entreguemos por completo a Él.
El fiel debe vivir en santidad, diferenciándose del mundo y recordando que es el templo de Dios. El fiel debe vivir como templo de Dios. Dios les guarde.