57. “Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
58. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
1 Corintios 15.
Pablo dice simplemente en el versículo 50 de 1 Co. 15 que no hay manera de heredar el reino de Dios a través de medios humanos o naturales. Dicho de otro modo, nada que reciba la aprobación del hombre tiene algún valor ante los ojos de Dios, incluyendo los premios Nobel, los títulos académicos, ni los logros de toda una vida. Es sólo a través de Cristo y su obra que podemos experimentar la vida eterna con Dios.
El hizo la expiación por el pecado y obtuvo la remisión del mismo. Acabó con la maldición de la muerte, lo que significa que no puede retener a los que mueren con su poder, pues Cristo salió victorioso ante la muerte. Los que vivimos en la tierra jamás moriremos (1 Co. 15:51-52), sino simplemente seremos transformados cuando Jesús regrese. La victoria que explica Pablo no es algo para anticipar en el futuro, sino está disponible hoy para nosotros. El poder del pecado se deshizo y cuando fracasamos, todavía podemos arrepentirnos y ser purificados.
El ”Así que”, con que Pablo termina esta sección lleva mucho peso. Es el eje que soporta la carga de los cincuenta y siete versículos anteriores. En pocas palabras, Pablo está diciendo que como Jesús resucitó la muerte fue vencida, habrá una resurrección y participaremos de esa gloria. ”Así que”, el declara, es una razón más para permanecer centrados y servir al Señor con todo lo que tenemos, porque lo que hagamos ahora tendrá una reacción en cadena por la eternidad.
Nuestro trabajo, relaciones, servicio y generosidad importan para la eternidad. Aunque no podamos ver todo ahora con ojos humanos, Dios orquesta las melodías de nuestra vida para que se vuelvan parte de una sinfonía hermosa para edificar su reino en la tierra. Estoy desanimado/a, pensando que lo que hacemos no tiene ningún impacto para el reino? Su voluntad para nosotros no es para dentro de diez años en el futuro. Él nos llama a ser fieles y obedientes ahora mismo.
El mundo en el que vivimos está dominado por la potestad de la muerte. Nadie puede detener la muerte terrenal. Aunque el hombre se esfuerce trabajando en el mundo, sería vanidad de vanidades que pretendiera desaparecer sin dejar rastros, como la neblina. Si no tuviéramos la resurrección y la vida eterna, entonces terminaríamos derrotados al ser atacados por el aguijón de la muerte.
Sin embargo, la muerte no es el final de las cosas. Un día, Jesucristo vendrá nuevamente a este mundo. Y entonces, los que están dormidos se levantarán, y los que aún estén con vida serán transformados para entrar al reino de Dios. Por tanto, hagamos a un lado la codicia y los deseos de este mundo, para poner nuestros ojos en el cielo nuevo y tierra nueva.
No debemos, claudicar sino esforzarnos aún más en las cosas del Señor. No seamos esclavos de la potestad de la muerte, antes bien, esforcémonos más en las cosas del Señor, con la esperanza de la gloriosa resurrección. Vivamos en la esperanza de la resurrección. Dios les guarde.