Edicion noviembre 22, 2024
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

Una composición y dos ilustres colombianos

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Columnista - Fabio Olea Massa
Columnista – Fabio Olea Massa (Negrindio)

San Basilio de Palenque y Aracataca, dos pueblos del Caribe colombiano, son reconocidos universalmente por ser la cuna de dos hijos ilustres de Colombia: el boxeador Antonio Cervantes “Kid Pambele”, primer campeón mundial de boxeo que tuvo Colombia, y el escritor Gabriel García Márquez “Gabo”, primer colombiano en ganar un premio Nobel. “Pambele” se coronó campeón mundial del peso welter junior el 28 de octubre de 1972 en la ciudad de Panamá, derrotando a Alfonso “Peppermint” Frazier, y “Gabo” recibió el Nobel de literatura en Estocolmo, Suecia, el 10 de diciembre de 1982.
Estos destacados hombres, orgullo de Colombia, brillantes cada uno en el deporte y las letras, le han dado gloria y renombre a su tierra natal. “Pambele”, tal vez más arraigado con la suya, nunca dejó de visitar Palenque, menos aún después de lograr el dinero y la fama y convertirse en ídolo del pueblo colombiano; “Gabo”, por el contrario, fue un ciudadano del mundo que vivió en muchos países, quizás por eso poco visitaba su pueblo, y tras ganar el Nobel de literatura en 1982 tardó 24 años en regresar a su natal Aracataca. No sé si pueda decirse que abandonó su tierra.
En 1974, “Gabo” ya se había consagrado como escritor y era famoso por su novela “Cien años de Soledad”, mientras “Pambele” era nuestro flamante campeón mundial de boxeo. Ese año, el compositor vallenato Armando Zabaleta compuso la canción “Aracataca espera”, grabada en la voz de Jorge Oñate, la cual vincula a estos dos personajes con su terruño y narra lo que consiguió o no cada uno para su pueblo. La canción le dice a García Márquez que “uno la tierra donde nace es la que debe querer”, no como hizo él, que abandonó su pueblo y dejó caer la casa donde nació. Y que con la publicidad lograda por su famosa novela no fue capaz de hacer nada por su tierra; le regalaron dos premios y no se acordó de Aracataca, su pueblo, y en vez de darle un colegio que necesitaba su tierra, lo que hizo fue darle un premio que se ganó en Venezuela. La canción termina exaltando a “Pambele” diciendo que lo hizo mejor con San Basilio de Palenque y que, sin ser un hombre eminente, apenas se hizo influyente y empezó a ganar dinero, “habló con el presidente y le dio luz a su pueblo”.
En una parranda privada del recién pasado Festival vallenato, Carlos Vives y Silvestre Dangond cantaron la canción “Aracataca espera”. El video se volvió viral en redes sociales y a los dos artistas les han llovido rayos y centellas por interpretar esta canción, considerada una crítica a “Gabo”.
No veo razón para tanto escándalo; si es por la letra de la canción, ella dice la verdad, además, ni Vives ni Silvestre son autores de la misma para juzgarlos por el contenido, no se trata de una versión de ellos sobre aspectos de la vida del Nobel, sino de lo que otro dijo al respecto. Que “Gabo” abandonó su pueblo y una vez famoso no hizo nada por su tierra, eso no es mentira, contrario al “Pambe” que siempre volvía a Palenque, y que cuando tuvo su cuarto de hora de poder y fama aprovechó para pedirle al presidente de la época, Misael Pastrana, que le pusiera luz a su pueblo. Tal cual.
Carlos Vives y Silvestre Dangond son dos grandes artistas referentes de nuestra música vallenata, merecen admiración y respeto no solo por el éxito y la fama logrados a nivel personal, sino por haber engrandecido nuestro folclor a nivel internacional. Guardadas las proporciones, son tan ilustres para la música como “Gabo” y “Pambele” lo son para la literatura y el deporte. Las críticas de las que han sido objeto por cantar en parranda “Aracataca espera” no tienen razón de ser; ninguna ofensa se ha cometido contra la memoria de nuestro querido Nobel “Gabo”.

Nadie que cante “Aracataca espera” le va a quitar a “Gabo” los méritos de su gran obra literaria que dejó para la posteridad. Se sabe que el mismo “Gabo” en vida y al calor de unos whiskys compartió muchas parrandas vallenatas con el propio Armando Zabaleta (el compositor) y sus grandes amigos Alfonso López, el viejo “Mile”, Escalona y otros juglares del folclor, en las que “Gabo” con su característico humor caribeño disfrutaba a carcajadas las bromas que le hacían por la letra de la canción. Nunca se molestó y más bien se las gozaba.

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Lo que esperan San Basilio de Palenque, en Bolívar, y Aracataca en Magdalena, es que toda Colombia exalte a sus dos grandes hijos paridos en sus tierras benditas, y que no pasen cien años de espera para que vuelva a nacer en su suelo otro “Gabo” y “Pambele”.

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