Tragedias por fenómenos naturales y acción humana en desamparo
El peligro nos persigue y acecha, pero poco se hace por prevenirlo, hasta que nos sorprenden causando tragedias lamentables por imprevisión y descuido. Fenómenos sísmicos naturales, como el cambio climático, el fenómeno de El Niño y La Niña, sequías, inundaciones, incendios forestales, huracanes, terremotos y tsunamis, golpean el medio ambiente y a las personas, quienes resultan víctimas de sucesos que se presentan sin previo aviso, destruyéndolo todo y arrasando lo que encuentran a su paso. Estos fenómenos se desatan con furia inclemente, dejando consecuencias letales que requieren atenciones urgentes y emergentes para el auxilio y la salvación.
Para enfrentar estos fenómenos, se necesitan organismos especializados en socorrer y velar por la salud y vida de las personas afectadas, entre los que se destacan la Defensa Civil, la Cruz Roja, los cuerpos de bomberos, la Policía, la Fuerza Naval y el Ejército, entre otros. Estos se lanzan en misiones loables, rescatando de aguas, derrumbes, sofocando y extinguiendo fuegos que originan graves daños.
Es preocupante la inestabilidad en la que operan los cuerpos de bomberos en múltiples municipios de Colombia, los cuales dependen del apoyo de las administraciones municipales, que no disponen de presupuesto para su funcionamiento. Los bomberos deben constituirse en una institución nacional, similar a la Policía o el INPEC, adscrita al Ministerio del Interior, operando en conjunto con la UNGRD para garantizar una atención eficiente en la prevención y manejo de emergencias. Además, se les debe garantizar un salario justo y proporcionarles el equipo necesario para enfrentar y apagar incendios.
La UNGRD debe ser un organismo destinado a la atención, prevención y solución de problemas humanitarios y ambientales, que no debe estar dirigido por personas corruptas, cuyo único objetivo sea enriquecerse a costa de las tragedias. Las personas encargadas de este organismo deben ser consecuentes, humanitarias y no estar contaminadas por la corrupción o la politiquería, garantizando confianza y fiabilidad. De lo contrario, los recursos del presupuesto nacional para la atención de riesgos y desastres se esfuman por prácticas corruptas, afectando a quienes sufren las tragedias.
Si no ha habido soluciones para las emergencias en Putumayo, Mojana, La Guajira y otras zonas afectadas por inundaciones, derrumbes, temblores, huracanes e incendios, ¿qué podemos esperar de futuras tragedias, si algunos alcaldes se niegan a suscribir convenios con los cuerpos de bomberos, argumentando la falta de recursos presupuestales?
La UNGRD podría reformarse e incorporar el término “prevención”, convirtiéndose en la Unidad Nacional de Prevención y Gestión del Riesgo de Desastres (UNPGRD), con el fin de destinar recursos económicos para prevenir y apoyar a los órganos de socorro, especialmente a los bomberos, para atender emergencias como los incendios forestales, que se originan tanto por causas naturales como por acciones malintencionadas de personas que prenden fuego para apropiarse de tierras baldías.
Los incendios no son fáciles de sofocar debido a la falta de medios y equipos, los cuales deben ser financiados por la UNPGRD para evitar la propagación de incendios que destruyen miles de hectáreas y dejan a muchos campesinos en la ruina.
En La Guajira, hay 40 carros tanque inmovilizados en dos batallones, en Riohacha y Uribia, debido a que no han encontrado una aseguradora que les venda pólizas de responsabilidad extracontractual y seguro de accidentes, debido a detalles técnicos relacionados con el origen de los vehículos. Además, es necesario contar con una entidad que administre y responda por las operaciones de distribución de agua, asegurando presupuesto para los costos laborales de conductores, mecánicos, combustible, mantenimiento y otros servicios. De lo contrario, si se entregan a los alcaldes, estos vehículos podrían desaparecer sin que nadie responda por su uso.
Aparte de los incendios e inundaciones, también estamos expuestos a actos terroristas por parte de organizaciones criminales que generan zozobra, pánico y sometimiento. Estas situaciones requieren atención cuando afectan indirectamente a las personas, generando un ambiente de inseguridad que también debe ser atendido.
Es nuestra obligación cuidar el medio ambiente y la biodiversidad, que están siendo gravemente afectadas por la contaminación con dióxido de carbono, desechos tóxicos, y la deforestación. El mal manejo del suelo, el agua y el aire está contribuyendo al desequilibrio de la tierra, lo que provoca tormentas y desastres sísmicos cada vez más frecuentes.