Edicion septiembre 20, 2024

TLC y el dólar en pandemia

Columnista - Martín Barros Choles

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Columnista – Martín Barros Choles

El Covid-19, es una epidemia, que no solo ha afectado la salud de personas, víctima de la terrible catástrofe humana, que padece el mundo, sino que también, está conllevando, desajustes y descontroles operativos, en manejos económicos, presupuestal y en acciones, productivas, comercial y de consumo. La pandemia, por lo que se vislumbra, va para largo, con variantes y mutaciones, que registran autoridades, recomendando aislamiento, tapabocas y lava manos; practicando prueba y aplicando vacunas.

Gobierno de Colombia, suscribió una serie de convenios internacionales, relacionado, con Tratado de Libre Comercio, con: EE.UU, Unión Europea y otras; naciones en particular; cuyo objetivo, es comercializar, ventas de bienes y servicios, en el mercadeo de importación y exportación, con cero pago de impuesto, en aranceles y transferencias de remesas. Lo grave del asunto, que los citados tratados, en nada, han beneficiado a nuestra nación y antes, por el contrario, terminaron por arruinar el agro. Los tratados los firmó el expresidente Álvaro Uribe Vélez, avalado por un Congreso, de mayoría, corrupta, alineado a la política Neo Liberal, donde el Estado, lo echan a un lado, sustituituyendolo por personas particulares, para que las exploten económicamente, con facultades y atribuciones, de manejos y usufructos en beneficios, mientras el Estado, asume la responsabilidad de garante, por obligaciones y perjuicios, que se causen y no sean resarcido, ni saneado, por concesionarios culpable, benefactor.

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En el TLC, no valoraron, ventajas y desventajas, en intereses y conveniencia, competitivas de mercado, lo que esté ocasionando,   quiebra, en la agricultura criolla, que generan producción de alimentos, sin subsidio de gobiernos, asumiendo los agricultores, altos costos, en:  adecuación de tierra, reguíos, semillas, fertilizante, insecticida, herbicida, asistencia técnicas etc , a diferencia, de los países, con quienes suscribieron los convenios, que subsidian la agricultura, pero a la vez, se benefician, de la rentabilidad que  origina, con las ventas de sus productos, en mercados: locales, regionales e internacional. Los tratados de comercios, únicamente favorecen a los receptores intermediarios, que adquieren franquicia, para comercializar marcas y productos, manufacturado o procesado, al granel y natural. Diariamente llegan a los puertos, marítimos y aéreos, toneladas de productos, que no dejan, ni un peso, para para trámites aduaneros, ni mucho menos, para recoger las basuras, que se acumulan de los empaques, mientras los campesinos abandonan el campo, por falta de garantías y apoyo, de quienes gobiernan. ¿Cómo competir con gigantes o reactivar la economía precaria y deprimente, en tiempo de pandemia? Si aplicara una tarifa equivalente al 1%, en arancel aduanero a importaciones y remesas, en transferencias financieras, hacia el exterior, sobre el 80%, de los productos exentos, que ingresan diariamente al territorio nacional, en nada afectaría el comercio, ni el consumo; pero beneficiaria mucho a la nación, por volúmenes de elementos, artículos y mercancías; importadas, gravables. Lo que exporta Colombia, es inferior del 10%, de lo que importan, del exterior, sacándonos recursos económicos. Faltan gestiones diplomáticas, en embajadas y consulados, para promover, gestionar, vender e intercambiar productos, de manera cultural y comercial.

El dólar sobrepasó el valor de $4000. Se ha privilegiada en alza constante de su precio. El gobierno de Iván Duque, inició con el dólar en $2.800. El incremento de la divisa extranjera, la escasez de productos, por motivos, de restricciones, limitaciones y congestionamientos portuarios; generado por el Covid, disparan la carestía y suben, los precios de productos, sobre todo, los de consumos habitual, de la canasta domestica familiar, devaluando la moneda nacional, frente al dólar, generando de hecho inflación, descompensando, incrementos del salario mínimo.

Los tratados deben ser objeto de revisión, por quien resulte elegido presidente, para formalizarlo, a contraprestaciones, entre importaciones y exportaciones, proteger al agricultor y subsidiar, costos de producción agraria, graduar tarifas arancelarias, donde las exenciones sean mínimas y especial. Se requiere de política nacional, prestándole mayor atención al campo, tecnificándolo y promoviendo, emprendimiento competitivo comercial, para mejorar el estado de pobreza, que agobia y desestimula.

El agro y la educación, deben ser prioridad, para salir adelante, generando empleo y servicios laboral, pero es necesario, atenderlo y utilizarlo, de la mejor forma, para mantener, la vitalidad fertilizante, originando bienestar ambiental y nutrición personal. Las alzas y bajas, del dólar son relativas, pero absorbe y extrae, recursos económicos, con el consumo, de productos importados, desbalanceando bases, de soportes y amparos, relacionado, con ingresos presupuestales, como también, rentabilidades tributarias, que amortigüen, la deuda interna, elevada como consecuencia, la subida del dólar, en pandemia y TLC.

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