Termina el primer año del periodo de gobernadores y alcaldes
Está por culminar el primer año del periodo constitucional, de alcaldes y gobernadores, considerado el año de gracia, para que mandatarios territoriales se aclimaten y articulen planes de desarrollo, programas de gobiernos integrales, acciones ejecutivas, experimentando trajines administrativos, probando y adaptando a improvisados equipos de colaboradores que incorpora, en correspondencia a apoyos políticos, para sincronizar e impulsar el manejo operativo de la administración de gobierno, viabilizar y materializar promesas y compromisos con electores que hicieron posible llegar al primer cargo local o departamental por un término de cuatro años, sin opción de reelección, cuyo tiempo corre de manera acelerada, dejando resultados de gestiones e inversiones, para evaluar labores y calificarlas al final de su periodo.
Los mandatarios tienen otros dos años para lucirse sin excusa, quedando bien parados ante sus gobernados. De acuerdo con hechos que registre positivamente dentro del citado término, sobre los que se puede predecir el final de gobierno, con el sol a la espalda, generando hastío popular o exaltación por acciones y ejecuciones de obras.
Un año tiene 230 días hábiles para laborar, gestionar y hacer, hasta donde se pueda o alcance, los presupuestos comprometidos y debitados en disponibilidades sobre los gastos de cada vigencia fiscal. Secretarios, directores y demás funcionarios o servidores públicos de la administración de gobierno deben ser activos y pilosos en cumplimiento de sus funciones, con total apoyo logístico que le facilite el mandatario, en tareas sobre temas y asuntos precisos, que arrojen el resultado esperado, para relacionarlo en divulgaciones de rendiciones de cuentas anuales, de carácter informativo e ilustrativo, en reseñas administrativas, relativas a anotaciones para el registro histórico del periodo de gobierno.
Si a la mitad del periodo siguen sin mostrar hechos relevantes, comenzarán descontentos populares, de los que los mandatarios deban preverse, por ser de mal gusto. Para el año siguiente deben elaborar un listado de todo lo que se proponen hacer y efectuar, claro está, con su equipo de trabajo bien sintonizado. Si considera hacer cambio justificado, formalícelo, si no responde a deberes, funciones y obligaciones o se comportan pasivos y desconectados.
En sustitución de personal, clasifiquen: perfiles, experiencia y calidad; para encargarles asignaciones con responsabilidad de cumplimiento. De la relación del listado, priorice un orden y el próximo diciembre conocerá los logros materializados y los que quedan pendientes para la continuación el próximo año, en termómetro de resultados. No se duerman en los laureles, placeres, ni desaprovechen los 230 días de labores durante un año. El tiempo vuela y hay que sacarle el jugo en productividad y soluciones.
Los mandatarios, alcaldes y gobernadores, inician su periodo de gobierno con cargas de compromisos relacionados con gastos y costos de campañas políticas, que resarcen de los presupuestos anuales de las administraciones, para cubrir los aportes económicos que sufragan financiadores y patrocinadores, condicionados a título de crédito informal, pagaderos a través de contratos, que dejen ganancias del doble o más de la cuantía aportada en la elección.
Aun cuando creen pagar compromisos y favores, en el primer año de gobierno apenas pueden sanear una parte, siguiendo con enredos y acosos de acreedores, que persiguen recuperar su plata, con ganancias, más temprano que tarde. Por esta clase de circunstancias, los gobernantes se ven en apuros y estrechez financiera, para corresponder a las promesas y compromisos populares de cambios, que prometen en manifestaciones y divulgaciones propagandistas de campañas políticas; pero forzosamente tienen que incumplir, opacando brillo y esquivando reclamaciones de inconformes.
Los gobernantes territoriales tienen más que un presupuesto anual para funcionar, contratar y ejecutar obras; lo que necesitan para hacer es planificar y operar, acciones exteriores, de diferentes índoles o frentes, que sirvan de utilidad y beneficio, para facilitar medios de trabajo y apoyo de emprendimientos, urbanos y rurales, mejorando el bienestar social. El Plan de Ordenamiento Territorial, una carta de ruta predial, formalizada en distribuciones clasificadas de territorios, para determinar destinaciones, uso y prohibiciones; proyectando ofertas para llevar a cabo inversiones asociadas con capital privado, pactar obras por impuestos, que concierten, concreten y acuerden. Todo depende del apoyo de asesores, con conocimiento, experiencias y antecedentes técnico-profesionales positivos, que generen confianza en elaboraciones de proyectos e impulsos de gestiones, previa focalización, ubicaciones y exploraciones fundamentadas en normatividades.
Gobernadores y alcaldes deben terminar su periodo de gobierno, con la frente en alto, amparados en hechos, gestiones, acciones, operaciones y obras realizadas durante el cuatrienio, sin dejar dudas, afianzando crédito popular.
Enriquecerse es lo más fácil, pero puede terminar pringado, como ha ocurrido a muchos antecesores, que se destierran por la ambición de avaricia y acaparamiento, aprovechando la condición de gobierno, desvalorizándose, hacia futuro, sepultándose vivo por indigno, en escarnio público, desmoralizado y vilipendiado, por quienes los eligieron.
Es mejor no seguir esos malos ejemplos, que nada bueno dejan. Si pierden la confianza, crece el repudio, con sentimientos desagradables, que repercuten de manera negativa. Tampoco terminen con pena y sin gloria. Pobres por factores pasivos, improductivos, negligentes. De cada uno de los gobernantes o mandatarios depende la suerte de su futuro. Dios quiera, sea mejor que el que ustedes sustituyeron o reemplazaron.
Gobernar no es un juego de niños, no es un mar muerto, no es excentricismo, ni mucho menos cometa sin rabo. Gobernar es administrar y servir, garantizando bienestar social y seguridad pública, controlando ilegalidades, irregularidades, protestas, discriminaciones, criminalidades e ilicitudes. Enfrentar e impulsar oportunidades y desafíos; preestablecidos, planificados y calculados; para superar con aventuras, adversidades y dificultades, logrando la cúspide del éxito.