¿Por qué debemos prestar atención a la inflación de EE.UU.?
Claves para entender su posible impacto en los colombianos, incluso en los que ni visa tenemos
La actualidad de las economías mundiales se encuentran en un mar de choques externos, de resultados de las políticas de pandemia, de coletazos de la guerra Rusia-Ucrania, de las dinámicas migratorias con vecinos, de expectativas muchas veces pesimistas sobre el desempeño económico de corto plazo y de un largo etcétera que podría requerir varias clases de macroeconomías, si no un curso completo para discutirlo.
Sin embargo, lo que sí podemos entender de primera mano son las consecuencias que a nivel local notamos: Colombia enfrenta enormes retos con una inflación que alcanza niveles no vistos en los últimos 22 años, con un dólar que parece desafiar su techo histórico cada semana, aunque por lo menos no estamos hablando de estanflación (como sí pasa en otros países), pues nuestra tasa de desempleo sigue reduciéndose y el Banco de la República, así como el Fondo Monetario Internacional, han aumentado los pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país para lo que resta del año.
Teniendo tanto por analizar desde lo interno, ¿nos debe importar acaso qué pasa con la inflación de Estados Unidos?, la respuesta es que sí, y mucho. Colombia en el escenario global es una economía abierta y pequeña que debe cuidarse de los choques externos, y es que de la economía estadounidense y de las decisiones de política monetaria de la FED (Reserva Federal de Estados Unidos) están atentos todos los países.
La inflación estadounidense ha alcanzado niveles que no conocían sus últimas 2 generaciones, pues no los registraban desde los 80´s. Esto cursa con niveles de desempleo poco preocupantes para la FED, pero también con una contracción de su PIB por dos trimestres consecutivos. Lo anterior hace que el mundo se volque a vigilar atentamente lo que sucede con esta potencia económica, pues una posible recesión de los anglosajones se traduce, por lo mínimo, en una disminución de la demanda externa sobre todo para países como Colombia que lo tienen encabezando la lista de aliados comerciales.
Y entonces, ¿cómo exactamente la inflación (y todo lo demás) de allá golpea la economía de acá?; pues la FED como Banco Central americano tiene la tarea de estabilizar los precios y así como estamos viendo a nuestro banco central alzar las tasas de interes para controlar la inflación en Colombia, la FED está alzando las suyas a toda marcha para contrarrestar la situación. Estas tasas altas en EE.UU., se traducen en probables consecuencias para nosotros.
Al tener una tasa de interés alta y en aumento, Estados Unidos se vuelve más atractiva para los inversionistas en comparación a países como el nuestro, en donde el riesgo país y la situación socio política actual tampoco nos ayudan a ser más llamativos para la inversión extranjera.
Como de lo que se trata es de una política monetaria contractiva, esto indica que se reduce la cantidad de dinero estadounidense en la economía. Así, como nuestro mercado cambiario obedece a la ley de la oferta y la demanda, el dólar disminuirá su oferta (y la demanda aumentando para lograr el punto anterior) y se esperará entonces tendencia al alza de la tasa de cambio.
Con una depreciación del peso colombiano tambalean varios aspectos de nuestra economía, por ejemplo: los precios ya al alza en el mercado colombiano y la deuda externa se encarece. Endeudarnos será mucho mas costoso y mantener niveles de deuda saludables ya de por sí era un reto, por lo que Colombia deberá enfrentar enormes desafíos en este sentido.
Ahora, no todo es un oscuro panorama, muchos hogares que reciben remesas están en vacas gordas pues ven cómo se multiplica el dinero, los exportadores disfrutan de niveles de competitividad mayores por la tasa de cambio, el mercado laboral está en franca mejoría, los consumidores se muestran optimistas y dinamizan la demanda incluso por encima de lo esperado por Banco de la República.
Dicho esto, la inflación de Estados Unidos es algo que puede sonar lejano para un colombiano que no tiene pensado ir a Norteamérica próximamente, pero debe terminar siendo un tema de análisis que bien conviene debatir con amigos economistas o negociadores internacionales y una buena taza de café.
