Perspectiva estoica de espiritualidad
“La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza” – G.K. Chesterton
Este artículo surgió después de un sano debate que sostuve con amigos de un grupo de estoicismo en Facebook. No suelo referirme a creencias religiosas, por lo que trataré el tema con enfoque periodístico.
Cualquier día es bueno para honrar a Dios. Lo hago todos los días de mi vida al levantarme y al dormir, para agradecerle por las bendiciones recibidas. El domingo es el día que los católicos van a misa a orar; los testigos de Jehová salen a la calle, Biblia en mano, a predicar la palabra; y otras congregaciones religiosas se reúnen en el culto.
Muchos se ufanan de leer la Biblia; pocos practican los mandamientos de Dios; solo la tienen en su casa para exhibirla en el atril de la sala. Soy tolerante frente a cualquier creencia religiosa y respeto igual a quien lee la Biblia como al que no.
Para ser honesto, leo poco la Biblia, un libro que me parece confuso, difícil de leer y comprender. Además, considero que no necesito leerla tanto para creer en Dios y vivir conforme al orden natural. Por supuesto, respeto la Biblia como libro sagrado del catolicismo; sin embargo, estoy convencido de que fuera de ella se puede ser espiritual más que religioso.
El estoicismo es una filosofía centrada en la ética, el autocontrol emocional, la serenidad y la felicidad, que no niega la existencia de Dios; por el contrario, para los estoicos, Dios es parte del universo.
Como estoico, mi relación con Dios es espiritual para vivir en paz con él, conmigo y la naturaleza. Distingo entre espiritualidad y religiosidad. Lo primero se relaciona con mi ser y la conexión íntima que tengo con Dios; lo segundo, con las cosas creadas por el hombre. Es decir, lo espiritual es con Dios y lo religioso es de hombre. La Biblia es una compilación de textos escrita por el hombre; las religiones, igualmente, son creación humana. ¿Por qué debería leer un libro escrito hace miles de años, no se sabe por quién, que ha sido manipulado con el paso del tiempo? Es evidente que la Biblia que hoy leemos no corresponde a su texto original, pues ha sufrido cambios para adecuarla a nuevos tiempos y realidades, perdiendo su autenticidad. Todo evoluciona, hasta las creencias.
No siento que leer la Biblia me convierta, per se, en mejor o peor ser humano; lo que realmente define mi esencia humana de buena o mala persona son mi conducta y acciones. Mucha gente lee la Biblia y no por eso son buenas personas.
Algunos textos de la Biblia chocan contra la razón y la lógica, como en 2 Reyes 2:23-25, donde se narra que Eliseo, en nombre de Jehová, maldijo a 42 muchachos que se burlaron de él, y del monte salieron dos osos que los destrozaron; y en Números 31:17, se dice: “matad a todo varón entre los niños, matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente”. Desde un análisis racional – no crítica – son pasajes crueles que contradicen principios cristianos y de derecho natural, como la no venganza y no matarás.
Soy un hombre libre de dogmas y fanatismos religiosos; practico el mandamiento que Jesús nos enseñó y que resume toda su vida y obra: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, por eso creo en un DIOS de amor, no de miedo, castigo y dolor.
Por amor nacimos y venimos al mundo. El amor es la fuerza de la vida que nos transforma en mejores seres humanos para amar al prójimo. En nombre del amor hago todo el bien que puedo, para honrar a mi Dios y merecer sus bendiciones. Dios no va a quererme menos o más por no leer la Biblia, ir a misa o rezar; él me quiere imperfecto como me creó y soy. El único ser perfecto es Dios; yo, apenas un frágil mortal y pecador, al que el Señor en su infinito amor y misericordia perdona sus faltas.
Que no lea la Biblia tampoco me convierte en ateo. No lo soy. Creo en un Dios amoroso, que vive en mi corazón y está presente en mi vida, al que le hablo naturalmente sin formalismos bíblicos, como dialogan padre e hijo, a través de una conexión espiritual no religiosa.
Dios es grande y poderoso. He sentido su amor y bendiciones en mi vida, y los multiplico sirviendo y dando al prójimo, o sea, conforme con su voluntad, haciendo el mayor bien posible. Al final, no importa lo que diga, sino lo que ustedes crean, pero no olviden que: “La verdad os hará libres” y esa es la que hay que buscar. (Juan, versículo 8:32).