Edicion octubre 27, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA
presidente petro
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Columnista - Martín Barros Choles
Columnista – Martín Nicolás Barros Choles

Con corrupciones, confrontaciones, sectarismo, odios, conflictos armados, revanchismo, pobreza y polarización política; ¿para dónde vamos? Aquí en Colombia, predominan los intereses particulares personales sobre los colectivos generales, práctica que solo beneficia a distinguidos capitalistas, quienes retribuyen compensaciones a políticos por utilización servil de quienes dicen o simulan representarnos, para usufructuar en contra del interés popular.

La corrupción no es exclusiva en particular, ni está exenta para ningún partido político. Entre todos los partidos políticos y cristianos, no creo que haya alguno libre de pecados que pueda tirar “la primera piedra”. ¿Qué se puede esperar de un gobierno con régimen de corrupción consentida? De esta forma, ¿qué gracia tiene enfrascar discusiones fanáticas defendiendo partidos y politiqueros para ganar indulgencia en calidad de adulador? Revisen antecedentes de hojas de vida de individuos de partidos políticos que nos representan en poderes legislativos y de gobierno para que conscientemente deduzcan el resultado que se originen de hechos, acciones y operaciones durante el cuatrienio.
Las confrontaciones de gobierno y oposición a nada conllevan, sino a pérdida de tiempo que se desaprovecha para hacer y materializar programas de gobierno, ejecutar obras, promover acciones positivas y necesarias para abrir espacios participativos y contributivos que sirvan de múltiples utilidades y servicios.
Los partidos políticos deben procurar entre sí generar confianza que permitan impulsar desarrollo y progreso territorial, a la vez generar bienestar social pero, por el contrario, si torpedean, sabotean, manipulan y actúan de mala fe con quienes gobiernan o si quienes gobiernan operan como impositores, violadores del régimen legal vigente y persiguen a opositores y contradictores, imperando un mandato absoluto generador de violencia, ¿para dónde vamos?
Nos acercamos a dos años del periodo de gobierno del presidente, Gustavo Petro, pero no fluyen luces alentadoras, alejando esperanzas y cambios previstos. Por el contrario, brotan: dudas, incertidumbres y desánimos al ver correr el tiempo en peleas y espectáculos grotescos, lanzando mensajes ofensivos, distorsivos, difamantes, desinformativos, sarcásticos, desafiantes, injuriosos y amenazantes.
Cuando se descuida y abandona la atención de tantas cosas prometidas por hacer, desvanecen la credibilidad, motivadas por adversidades politiqueras, fundamentadas en intereses de beneficios personales, con prácticas de corrupción que a diario se divulgan, pero que de nada sirve, en razón a la contaminación generalizada e implementada en costumbres; para enriquecer ilícitamente y multiplicar riqueza de quienes ejercen en dependencias de instituciones y poderes públicos.
La oposición al gobierno del presidente Gustavo Petro, político-militar, está empecinada y obsesionada en tumbar al mandatario de Colombia, antes que termine el periodo de gobierno (4 años), pretendiendo un juicio político, similar al presidente de Perú, para que el Senado lo destituya por indignidad, fundamentándose en haber sobrepasado los topes o límites de gastos en campañas políticas.
La intención está apoyada por grupos de las reservas de los distintos cuerpos armados de la nación: ejército, policía, fuerzas aérea y naval; entre otras, que constituye una amenaza latente para el presidente Petro, que de hecho, no se va a dejar destronar de quienes han venido gobernando, desde hace un siglo, llevando el país al precipicio y ahora aparecen disfrazados de redentores, denunciando las prácticas inmorales, con las que ellos han triunfado, para destituir al presidente en juicio político.
Las marchas continuadas para medir fuerza popular van camino a insurgencia, con alzamientos armados de organizaciones ir regulares al margen de la ley, planificando derrocamientos, exponiéndonos a una guerra civil que serviría de bálsamo a las narco-mafiosas, guerrillas, paramilitarismos y clanes; para participar directamente en acciones bélicas, en favor de una u otra parte. ¿Será que eso es lo que necesitamos o perseguimos?
Todos los presidentes elegidos en Colombia, al igual que los congresistas, gobernadores, diputados, alcaldes y concejales, sobrepasan los límites de gastos de campañas políticas y al único que quieren aplicársela es al presidente Gustavo Petro. Dejen mejor los santos quietos y no alboroten las abejas y avispas. ¿Para qué cargarnos de más violencias de la que tenemos? Más bien preparen un candidato que se enfrente en próxima competencia democrática sana, por la presidencia de la república. Dos años de espera es menos dañino que un conflicto armado, con trágicas consecuencias, por motivos de temeridad. Dejen trabajar y en vez de ofender, orienten a mejorar. ¿Cuántos malos presidentes nos ha tocado que soportar? Paciencia y reflexión.
Presidente Petro, dedíquese a gobernar de manera proyectada, planificada, articulada, programada y ejecutada; con apoyo de su equipo de trabajo y apoyo presupuestal, antes que desgastar energías, enfrentando discusiones, confrontando oposiciones desatinadas y radicales, que jamás reconocerán sus obras y hechos positivos.
La soberbia, arrogancia, amargura e irritación son sentimientos negativos, que traducen debilidades, padecimientos que exponen a graves peligros y fracasos, generando violencia, transcendencia a crímenes, con funestos desenlaces, fuera de serie. Confrontar marchas populares, de manera constante, siguiendo el mismo libreto, es perder la oportunidad de avanzar. No pierdan tiempo, respondiendo a ignorantes, fanáticos e imbéciles, adoctrinados en ideologías fanfarronas desembocadas en populismo.
“Las ideologías no sirven, terminan mal con el pueblo. Asumen representación del pueblo y no dejan pensar al pueblo, terminando en dictadura”. Así opina el Papa Francisco, sobre el populismo inherente en política y gobierno.
¿Para dónde vamos? Destino incierto. Se hace necesario buscar con urgencia, alternativas diferentes, a tendencias ideológicas extremas, de izquierda o derecha, para despejar la polarización, en que nos encontramos, aturdidos de conflictos políticos e inseguridad, en todos los campos, encendidos en corrupción, que nos tienen estancados, angustiados y empobrecidos. Seguir apoyando y favoreciendo para gobernar, a una u otra parte o banda, implica seguir, en rifirrafe: eternizado, confrontativo y vengativo, en un juego de pin-pon o ajedrez, come tumba, entre los mismos, con los mismos, bajo el predominio del mal.

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