“Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
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Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”.
1 Samuel 1.
Dios se acuerda de Ana y responde su oración. Dice: Jehová se acordó de ella (v. 19, jakar en hebreo). Dios responde la oración de Ana, concediéndole un hijo. Su hijo Samuel será una señal de que Dios se ha acordado de ella y de que la ama. Ahora, nadie dirá que Ana es una mujer maldita por Dios. Ana revela a su esposo el voto que ha hecho y su decisión de consagrarlo a Dios a Dios después de destentarlo. Elcana respeta la decisión de su esposa.
El Antiguo Testamento establece que el voto de una mujer casada cobra validez una vez ratificado por su marido (Nm. 30: 10-15). Tanto Elcana como Ana tienen un mismo sentir y escogen seguir por la senda de la fe.
Ana es una mujer de oración y fiel cumplidora de su promesa. Una vez destetado su hijo Samuel, lo lleva a Silo, donde se encuentra el tabernáculo, conforme al voto hecho a Dios. La Biblia se refiere a Samuel como siendo el niño aun muy pequeño(v. 24), porque no habría tenido más de cuatro años. Acompañada de su hijo, se acerca a Elí con la mejor de sus ofrendas.
Ana le recuerda haber estado allí, pidiendo a Dios por un hijo. Concedida su petición, adora a Dios y le dedica a su hijo todos los días que viva. No hay duda ni incertidumbre en el cumplimiento de su voto. Dispuesta a soportar el dolor de la separación de su hijo, responde con fidelidad a la gracia recibida de Dios.
En el embarazo de Ana se manifiesta la gracia soberana de Dios, que acude a su dolor. Una vez que nace el bebé, Ana no olvida su promesa y se lo entrega a Dios confesando que Samuel es Suyo. Esto demuestra que Ana era una mujer fiel, que cumplió su palabra sin olvidar la gracia de Dios en una época en la que todos vivían a su manera.
Dios, quien se acordó de Ana y la consoló, también cuida de nosotros. Él conoce todas nuestras heridas y necesidades, y responde a nuestras súplicas desesperadas. Así, la mejor manera de atender a la respuesta de Dios es con devoción total. Solo quien reconoce que Dios le dio todo lo que tiene, puede entregárselo a Él.
El fiel que reconoce la soberanía de Dios confiesa que todo lo que posee es de Él. Dios les guarde.