Edicion noviembre 23, 2024
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La participación ciudadana y la oposición destructiva en San Juan

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La participación ciudadana y la oposición destructiva en San Juan

Columnista- Rafael Humberto Frías
Columnista- Rafael Humberto Frías

San Juan del Cesar, es un municipio donde la población tiene mucha masa critica y una opinión muy respetable a la hora de un tertuliadero o un congresito para conversar sobre la realidad política y económica del país, y sobre folclor y farándula. Esta vieja costumbre ha extendido su alcance ahora con las redes sociales donde la opinión sanjuanera se hace presente a diestra y siniestra por Facebook, Instagram, Gmail, yahoo o Hotmail. También por los medios de comunicación y la prensa hablada y escrita, los sanjuaneros se pronuncian haciendo uso del derecho a la libertad de prensa y a la libre expresión y con las PQR y la línea abierta invocando sus derechos. Igualmente, acuden de manera recurrente al derecho de petición para mantenerse informado y hacer valer sus derechos frente a los gobiernos territoriales de turno.

Del mismo modo, haciendo uso de la democracia participativa, acceden al sistema electrónico de la contratación estatal, Secop I y II y a las veedurías ciudadanas para monitorear y vigilar los niveles de transparencia de la contratación estatal. A esto se le suma, las estrategias de control social participativo que realiza la administración municipal involucrando a la ciudadanía en los proyectos de inversión pública desde la formulación hasta el cierre de la ejecución. Así mismo, el gobierno local hace uso de la web institucional y las redes sociales para mostrar su gestión de gobierno a sus conciudadanos. Pero aún así, con todas estas garantías de participación y la implementación de un plan anticorrupción y de atención al ciudadano y de un modelo integrado de planeación y gestión con las políticas públicas de autocontrol interno, se ha querido levantar una voz de oposición más por contradicción política que por oposición. Lo que más preocupa de las voces de oposición es que sea destructiva y acuda al insulto, al irrespeto y a la falta de moderación y hasta a la burla y al ridículo de la primera autoridad.

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Una oposición constructiva y patriótica es aquella que aporta un valor publico importante desde la ciudadanía para el desarrollo social y económico de nuestro pueblo. No se puede hacer apología a una mula muerta atravesada a mitad del camino para impedir el paso. Tampoco aparecer como un palo en la rueda para atascar y desacreditar a un gobierno en marcha, ni aparecer como perros ladrándole a la luna o a la sombra de un jinete que va marchando por los lomos del progreso. Mucho menos aparecer como el Quijote de la Mancha enfrentándose a unos molinos imaginarios. La oposición no es sinónimo de polarización ni de radicalización y sus principales protagonistas no pueden ser marionetas ni monigotes de un patrón que los maneja desde la sombra, para que tiren del mantel y manchen a los miembros de la mesa de gobierno. Para hacer oposición patriótica también hay que prepararse como para gobernar, no se puede criticar constructivamente a un alcalde y a su gobierno con odio y rencor y con ánimo de revancha como sangrando por la herida y quedándose en una contienda electoral. La vida sigue y es muy corta y aquí nada es eterno y luchamos contra una carrera imparable del tiempo.

Mucho ayuda quien no estorba. Se necesitan buenos mandatarios, pero también buenos ciudadanos y contribuyentes para hacer una gestión pública con resultados efectivos. Antes nuestro pueblo sanjuanero era muy culto, cívico y altruista y existía mucha cultura ciudadana y sentido de pertenencia por lo nuestro. Los pasquines, las paredes y las murallas, eran los papeles del canalla y aquí se le rendía culto a la amistad, a la familia y mucho respeto a las autoridades administrativas y religiosas.

Hoy, se usa la oposición para ofender la dignidad, la reputación y el prestigio de los ciudadanos que ostentan un cargo. Duele reconocer los valores y los talentos de los demás y es más fácil ofender que destacar a un paisano. Estamos llegando al punto que, predicamos oposición y hacemos persecución. Como la fabula de la serpiente y la libélula, quieren devorar al que brilla porque les molesta su luz. San Juan necesita es de sus mejores hijos y sus mejores hombres, sus mejores ciudadanos y mejores contribuyentes. No podemos extasiarnos en el pueblo del San Tropel por sus tropeles en las calles ni por la lengua sanjuanera a la que le tuvo miedo Rafael Escalona. Bienvenida la oposición constructiva y patriótica, sin odios ni rencores ni envidia.

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