De nada sirve presagiar y alertar peligros, si nos prevenimos oportunamente. El maltrato al medio ambiente se refleja de variadas formas, marcando huellas, de los daños generados por contaminaciones, en: tierra, aire y aguas; lo indispensable para la vida, con emisiones de CO2, gases tóxicos e invernadero, residuos solidos y líquidos. De igual forma, explotaciones de: minerales, hidrocarburos, Carbón y deforestaciones.
Si no respetamos, conservamos y defendemos, el medio ambiente, estamos destinado a perecer, muriendo lentamente. Pero algunos pocos, no les interesa, los resultados negativos, que se originan como consecuencias, de desconsideración y desamor, con la naturaleza, favoreciendo intereses particulares, en detrimento del interés general, como se pudo confirmar, en la última conferencia, relacionada con el “Cambio Climático COP26”, que tuvo lugar en Glasgow, Escocia, Reino Unido, en la que participaron 197 países, excluyendo China, India y Rusia, cuyos mandatarios, admiten la crisis climáticas, aceptando, que se requieren acciones, para mitigación y control, en regulaciones graduales internas, pero se cohíben de confrontaciones y discusiones política, defensivas, cuando se necesita con urgencia, prevenir tragedias catastróficas.
El mundo es redondo, no cuadrado, ni piramidal. El equilibrio climático, lo encierra el globo terráqueo, con diversidad de climas, que se completan, entre temperaturas, altas y bajas. En el asunto referente, la situación crítica que exponen los científicos y lideres ambientales, no le prestan la debida atención y esquivan responsabilidad, por beneficiar operadores industriales, como está ocurriendo, con el incumplimiento del Acuerdo de Paris.
Las naciones están en igualdad territorial, girando alrededor del sol, alternado días con noches. Tambien igualdad, en derecho y necesidades, para contribuir y cooperar mutuamente. Lo que está en juego es la vida, reflejada en: humanidad, biodiversidad y ecosistema-ambiental; en la estructura del entorno, que Dios nos facilita y concede, para uso indiscriminado, de personas, animales y plantas; con valor de gratitud, aprecio y amor; que debemos conservar, por el bien de todos.
Discusiones estériles, acciones tibias y pasivas, confrontaciones radicales, con predisposiciones, contradictorias, caprichosa, sectarias y temerarias; entre gobernantes, de los imperios económicos retrecheros, dilatan las medidas, que deben implementarse con urgencia y aplicarse, en prevención, cuando ya tenemos cerca, la candela en el trasero.
El mundo ha estado gobernado por demonios, que dan mas importancia, al militarismo, con fuerzas y armas, que a la humanidad y el medio ambiente. Para que sirven las armas: de fuego, biológica, químicas, atómica, nucleares etc? Para: intimidar, matar y destruir. Comparativamente, las destinaciones presupuestales, para funcionamiento, operaciones e industrias militares, frente a lo destinado, para proteger el medio ambiente, es abismal y extremo. Los presupuestos para velar por el medio ambiente están relativamente paupérrimos, no sobre pasan el 3%, de los gastos militares anuales, en diferentes naciones del mundo. Que utilidad genera para la vida, el uso de armas?
El covid-19, es una de las tantas pandemias, que azotarán la humanidad, acompañadas, de plagas, parásitos, hongos y bacterias; que nos pondrán en jaque, en corto tiempo, si no se materializan, frenos, al recalentamiento climático, que genera: sequias, inundaciones, erosiones e incendios forestales. Tambien se producen activaciones, de fenómenos sísmicos: huracanes, terremotos, volcanes y tsunamis; entre otros.
No podemos estar supeditado a dilataciones indefinidas, por sensibilidad con el capital: industrial, financieros y de servicios. Viviremos en dilemas e incertidumbres; limitaciones, desigualdades, coacciones, desorientaciones, intimidaciones, opresiones y represiones; internas. constituyéndose en fuente de violencia y criminalidad. Al exterior, no faltarán, provocaciones, amenazas y conflictos; cuyas estrategias no es otra, que perseguir recursos, económicos y predominios territoriales. Los presidentes, de Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea; deben dejar a un lado, amenazas, intervencionismo bélico y ponerle fin, al armamentismo, que causa, atrocidades y tragedias humana. No podemos seguir viviendo, entre sacrificios del medio ambiente y la humanidad, privilegiando intereses de beneficios, en favor, de quienes ostentan y explotan riquezas.
Corrupción, reina de todos los males, enrolada con intereses económicos, son causas y motivos, para incumplir acuerdos, relacionados con crisis climáticas, que requieren, de seriedad, apoyo mutuos y firmeza, para nivelar el ambiente turbio, que vivimos y evitar futuros desastres.
La Guajira, territorio energético, abandonado y desprotegido, proveedor de: energías eléctricas, tradicionales y alternativas, no ha recibido derechos de utilidad, por uso territorial y explotaciones extractivas económicas. Es hora de oponernos a prácticas pilotos, con tecnología Fracking, en las cuencas de los ríos, Cesar y Rancheria, jurisdicción del municipio de San Juan del Cesar, ordenada por el presidente Ivan Duque, mediante decreto 328 del 2020. No se puede permitir, que nos contaminen fuentes hídricas ribereñas, por extraer gas o petróleo, que no originan ningún beneficio, de contraprestaciones, sino graves perjuicios irreparables al departamento peninsular.