Edicion octubre 16, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

“La educación la inventó un loco, que no tenía nada que hacer”

“La educación la inventó un loco, que no tenía nada que hacer”
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“La educación la inventó un loco, que no tenía nada que hacer”

Columnista - Delia Bolaño Ipuana
Columnista – Delia Bolaño Ipuana

La pluma dorada, luego de pasar por una prueba de vida, vuelve a plasmar la página en blanco con la tinta fina de su pensamiento, inspirada en la frase “la educación la inventó un loco, que no tenía nada que hacer”, una afirmación viral y polémica expresada por un niño en llanto en un video dirigido a su madre.

Ese video quedó pintado en la mente desde el recuerdo, cuando se observa otro video polémico sobre el pensamiento o concepto sobre la escuela de la senadora Boreal, plasmando así en el pensamiento la imagen del niño del video, lo que lleva a pensar que tal vez las declaraciones de la senadora se debían probablemente al resultado de experiencias desagradables que muchos niños pasan en la escuela. Una de ellas es la rutina diaria a la que no solo está expuesto el estudiante, sino también los maestros.

¿Ustedes se preguntan cómo así? Le explico: iniciemos con el tema de los estudiantes. Estos llegan a un punto en que se aburren en la escuela, porque al llegar hay más atención en desarrollar contenidos temáticos que en el desarrollo integral de su ser y saber hacer. A esto se suma el abandono total de sus padres, quienes dejan a la escuela toda la responsabilidad. Según ellos, en su gran mayoría, dicen: “que la escuela se encargue”. “Yo solo los traigo al mundo, el estudiante que ellos necesitan, que la escuela lo llene de contenidos”.

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Este grandísimo error que tienen los padres de familia sobre su responsabilidad con sus hijos es una de las causas, en un 60%, de que el estudiante no ame ir a la escuela. Esto los lleva a mirarla y sentirla como algo malo o como un castigo. Padres de familia que le dedican el 100% a su trabajo y se les olvida que la educación de sus hijos inicia con ellos. Han venido con el mal concepto de que es la escuela la que debe atenderlos. ¿Qué tal el descaro? Padres de familia que no acompañan el proceso de sus hijos, que no revisan qué tareas tienen, qué aprendieron, qué deben preparar para hacerlo con calidad, que no revisan cuadernos para saber qué ven en cada periodo y conocer qué tanto están aprendiendo. Tampoco se preocupan por identificar si hay alguna dificultad para poder intervenir. Pero no, se puede ver y sentir que los padres de familia abandonan a sus hijos, lo que origina, en su mayoría, el desinterés en dar buenos resultados.

Otro factor que hace que los estudiantes y maestros, en ciertos momentos, tengan un mismo sentir en cuanto a que la escuela muchas veces es aburrida y un lugar donde se obliga a hacer cosas que no se quieren hacer es el segundo problema con la educación del país: las responsabilidades sistemáticas, normativas y rigurosas que el Gobierno, desde el Ministerio de Educación Nacional, exige a las distintas instituciones educativas y colegios.

“La educación la inventó un loco, que no tenía nada que hacer”

Personas ajenas a la realidad escolar se sientan desde la comodidad de sus oficinas a planear para controlar el desempeño docente. Saturan tanto a la escuela de contenidos que se les olvida los intereses de los estudiantes y la preparación del maestro. Entonces, según el Ministerio Nacional, para garantizar la calidad de la educación en Colombia, se debe medir a través de formatos y sistematización de los trabajos que, a su parecer, deben hacer los actores principales de la escuela, alejando a sus miembros de una verdadera calidad. Esa que nos plantean los pedagogos, entre ellos la maestra María Montessori, quien señala que la calidad del desarrollo del ser y el saber hacer de los estudiantes es precisamente conocer cuáles son sus intereses, en qué etapa de aprendizaje se encuentran, cuál es su realidad, su habilidad y sus deseos, todo esto combinado con el desempeño del experto; en este caso, el maestro.

En Colombia, es triste decirlo, prima el deseo de cada ministro de Educación que llega, aquello que cree que hace falta, sin conocer la realidad que solo los maestros y la escuela conocen. No existe otro ser en el planeta, más que el maestro, para saber qué, cómo es y qué se debería trabajar para la calidad de la educación.

Cosa que no le han dejado desarrollar en su gran mayoría. ¿Saben por qué? Por el amarre político y sistemático que ordenan desde el Ministerio de Educación Nacional, quien coloca límites, controla el tiempo, los contenidos, las dinámicas, ¿cómo y cuándo se debe evaluar? Todo esto suma a que los niños y jóvenes vean la escuela como algo cuadriculado, cerrado, pues lo que menos importa es el interés real del estudiante y el conocimiento del maestro frente a esto.

Leemos las teorías de los pedagogos, pero no se pueden aplicar por el tiempo y lo que exige el Gobierno Nacional para ver si se cumple o no con lo que ordenan. En fin, así como vamos, no va a cambiar nada. Todo irá de mal en peor.

El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Educación, debe pedir resultados no a los maestros, sino a los padres de familia irresponsables que no están cumpliendo con su responsabilidad de apoyar al 100% a sus hijos. El maestro trata de cumplir con todo lo que se le ocurra a los distintos gobiernos sobre educación, pero nunca se han sentado a permitir que maestros y estudiantes puedan aportar a la calidad de la formación desde su realidad, sus habilidades, aplicando lo que nos afirman pedagogos como María Montessori: “la educación se debe centrar en los intereses de los estudiantes, sus etapas de aprendizaje, sus habilidades artísticas, toda una escuela nueva”.

Ojalá, en algún momento, sean las voces de los pedagogos y los actores directos de la educación las que tengan eco en la calidad que se busca de papel, pues como vemos, la realidad de los resultados no ha sido positiva.

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