Los jóvenes colombianos de hoy son cada vez más organizados, más participativos y sólidamente rebeldes democráticos. Acuden a mejores argumentaciones que hace 50 años. No tragan entero aquello que se vendía en la universidad de la segunda mitad del siglo pasado como pan caliente y era la fiebre de que la respuesta a la pobreza y la desigualdad la tenía el comunismo. El fracaso fue demostrado por el ejercicio del poder del partido comunista soviético, tanto en los 22 millones de kilómetros cuadrados de la URSS como en los siete países de la cortina de hierro, por fortuna derrumbada en noviembre de 1989, al caer el muro de Berlín sin hacer un tiro. Pero habiendo dejado en la ruina sus economías y aplastadas sus libertades.
Chapaeu, Jessica Mora, Julieta Osorio, William Molina y otros jóvenes que participaron en un acto del Consejo Nacional de Juventud con el presidente de la república, Gustavo Petro. Sus planteamientos superaron con creces las expectativas del gobierno, que pensó que iba a hacer uso exclusivo del micrófono para divagar como acostumbra a todo lo largo y ancho del país.
Indoctrinados e indoctrinables, acudieron a su responsabilidad con sus coetáneos para preparar propuestas que redundaran en un mejor y mayor involucramiento de la juventud en el desarrollo del país. Interpretaron con sus planteamientos el sentir de la gran mayoría de colombianos, que queremos un gobierno que haga eso, que gobierne, no que pontifique, al amparo de viejas ideologías ya demostradas como incapaces de sacar adelante una sociedad. No los escucharon. Petro los tildó de tradicionales, de jóvenes viejos, atados a prácticas desgastadas, como si fueran adolescentes de la tercera edad, por el hecho rebelde de que no se sometieron a sus peroratas. Por el contrario, los observo más maduros que los de otras generaciones y que muchos cuarentones, dados a confundir esperanzas con ilusiones.
Los prefiero dialogantes, así como esta semana y en el mencionado acto, pues contrastaron con los encapuchados, los supongo igual de jóvenes, que acuden a la piedra y la destrucción para hacer valer derechos indefinidos, para protestar contra el mundo y la existencia de la libertad de los demás.
Tendrán una buena oportunidad de representarnos en muchas instancias de poder. La sola juventud es de por sí un poder, el del enorme compromiso de volver la vida una mejor, con la sensatez y convicción que nos generó la admiración por estos muchachos luego de su valiente franqueza para llamar las cosas por su nombre frente al poder actual, apabullado por sus contundentes argumentaciones.
Esa efervescencia e impulsividad debe ser compañera de nuestra generación para recoger y remendar las hilachas que nos deje el mandato 22-26, con lo clave de la experiencia, la característica de los sexalescentes.¿Quiénes son? Es una nueva forma de caracterizar a los habitantes del planeta de más de sesenta años, que está creciendo en porcentaje de participación en todas las naciones, por el rechazo de la juventud a tener hijos y preferir mascotas. Son aquellos que se abren espacio entre la gente joven en el diario acontecer. Acuden al gimnasio y disputan las máquinas trotadoras con los adolescentes. Suben y bajan escaleras para mantenerse fuertes. Demuestran su adaptabilidad, no solo como una virtud de la inteligencia sino como una rebeldía a las antiguas concepciones de la desuetamente llamada tercera edad. Las canas y la calvicie las lucen con la tranquilidad de que lo que han aprendido sigue siendo muy útil en la vida personal y nacional. Son esos que saben ponerle prisa a lo que lo amerita, y pausa reflexiva al actuar que la demanda.
Los sexalescentes han participado en muchos momentos críticos de la historia reciente. Por ello saben que el recorrido vital les ha permitido acumular millas, por decirlo en términos comerciales de las aerolíneas.
No todos, por supuesto, están ética, técnica y políticamente habilitados para hacer uso de esas millas en la dirección del país a partir del fracaso que vivimos y de la reconstrucción que requerirá Colombia/26. Ya veremos esa parte en breve, pues no da mucha espera la definición de alternativas. Los cupos de vuelo se agotan.