“Que vuestra luz resplandezca”
Lema del CEFA
Himera Soto Berardinelli, fue en vida una barranquera raizal y con raigambre, aunque por pura casualidad el destino quiso que naciera en Santa Marta, entonces capital del Magdalena grande, en donde su padre Simeón Soto Solano laboraba como educador y se había radicado con su madre Francia Berardinelli Polanco, un 25 de octubre de 1934. Y como lo que se hereda no se hurta, desde bien temprano lo que fue su vocación, la educación, la asumió como misión y no como carrera. El resto de sus hermanos, Rosmira Cleotilde, Leonor Eugenia (QEPD), Leonor Elvira, “la Nono”, Francisco José, María Guadalupe, “Lupe” (QEPD), Yadira Cecilia y José Milciades, ex Alcalde de Barrancas, nacieron todos allí mismo en donde bautizaron a Carlos Huertas. Ella, la mayor, contrajo nupcias con el abogado barranquero Héctor Solano Peláez (QEPD) y fruto de esta unión nacen sus hijos Alfonso José y Laura María, odontólogo él y profesional del Derecho ella.
De Barrancas para Santa Marta, de Santa Marta para Barrancas y de Barrancas para Maicao, como se estuvieran imitando al Cantor de Fonseca, se establecieron en la ciudad fronteriza, atraídos por las oportunidades que por aquellas calendas ofrecía su febril actividad comercial. Una vez concluyó la primaria, sus padres tomaron la sabia decisión de enviarla a Medellín, matriculándola en el prestigioso Centro Formativo de Antioquia (CEFA), el cual había sido fundado en 1935 por el visionario ex ministro de Estado paisa Joaquín Vallejo Arbeláez, imbuido de las ideas y los ideales de la Revolución en Marcha a la sazón impulsada por el Presidente Alfonso López Pumarejo, con el firme propósito de brindarle a la mujer la igualdad de oportunidades, que le eran tan esquivas, de prepararse académicamente y formarse en valores.
Una vez que se graduó como normalista del CEFA en 1957 retornó a su terruño preparada y equipada con la formación y la disciplina adquiridas y presta a transmitirlas junto con la escala de valores que les fueron inculcados, los cuales despertaron en ella su avidez por la enseñanza y la educación, como una manera de servir a los demás. Comienza su larga, abnegada y fecunda tarea de educadora en Maicao primero como docente en la Escuela del reconocido profesor Peñuela y posteriormente en el Colegio La inmaculada, durante un lustro.
Transcurrida una década en su trasegar como Maestra hizo un alto en el camino y retorno al CEFA, pero esta vez para dialogar con la Madre superiora, quien había sido su tutora y confidente, a propósito de su futuro como educadora, pues consideraba que ese primer ciclo había concluido. Su consejo fue insistir, persistir, resistir y nunca desistir en su empeño de sembrar futuro en La guajira. Ella, entonces, entendió que, como lo dijo Nelson Mandela, el Gandhi del siglo XXI, “después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay muchas más colinas por escalar”. De allí nació la idea, que maduró a su regreso con su hermana María Guadalupe, de fundar su propia institución educativa, lo que para ella era más que un sueño una revelación.
Lo que hasta entonces fue un proyecto pedagógico, que se fundía con su proyecto de vida, se tornó en la realidad de la institución educativa María Montessori y Montes de Oca, el cual abrió sus puertas en 1967. Este nombre compuesto tiene su origen en su admiración por la brillante pedagoga italiana, a quien le cupo el mérito de crear su propio modelo educativo conocido y reconocido como Método Montessori, el cual le sirvió de referente. Y para completar, alude también a la imponente reserva natural localizada en la serranía de Perijá, muy cerca de la tierra de sus afectos.
A ella dedicó y consagró el resto de sus días, así formalmente se retirara en 2011, pasando a hacer parte de la reserva activa de la institución, hasta el pasado 3 de enero, en la cima de sus 87 años cumplidos, cuando atendió el llamado de Dios para recibir su justo premio, el mismo que en vida nunca recibió ni ella lo esperó, por sus servicios prestados. Hay dos hitos muy importantes en el crecimiento y desarrollo del Montessori: la inauguración de su nueva sede en el año 1981 y su primera promoción de bachilleres en 1985.
El Montessori, que fue como su razón de ser y de existir, gracias a su tesón y arduo trabajo, creció y se posicionó merced a su calidad educativa. De ello dan buena cuenta quienes pasaron por sus aulas, a quienes ella llamaba cariñosamente sus “hijos espirituales” y recibieron en esta institución no sólo conocimientos sino también su formación, descollando entre ellos el reconocido y meritorio médico-neurólogo guajiro Adisson Bolaño. Para la muestra un botón basta.
Como dice la canción, es un soplo la vida, pero esta trasciende más allá de la existencia para quienes, como dijo José Martí, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. A Himera su obra la trasciende porque cumplió con creces la obra de su vida. Paz en su tumba!