Hackeos y ciberataques
Después de un cese de actividades en mis narrativas sociales de opinión y participación en la escala de lectura y puntos de vista de diferentes perspectivas en el ámbito político, cultural y social de nuestro territorio, mi observador me permite emitir un concepto desde mi ser y hacerme una introspección para así poder tener la determinación para contar, la manera como observo lo vulnerable que somos. La verdad, aún no sé si es lo correcto, pero sí es una situación viralizada, repetitiva, al punto que puedo expresar que quienes lo hacen lo han normalizado.
Los ciberataques son muy comunes; generalmente ocurren a grandes empresas o multinacionales, y a la seguridad nacional. No solo se ven en las películas, es una realidad que nos está afectando a todos. Son muchos los factores que inciden para que los hackers opten por esta actividad ilícita. Se comenta que lo hacen desde las cárceles. Individuos o grupos están afectando la sana convivencia y nos mantienen atemorizados en varios aspectos. Aún no sé ni cómo ni para qué, pero lo cierto es que fue y duró 12 horas en las cuales se desarrollaron diferentes situaciones y surgieron interrogantes. Personas inescrupulosas que durante 12 horas, con el WhatsApp secuestrado, se encargaron de enviar mensajes a tus contactos y, al parecer, solo se limitaron a pescar en tu lista de contactos y lograr su objetivo.
En mi experiencia personal, me llamaron en nombre del grupo Sabiduría y Conocimiento y Tertulia Musical, mencionando al administrador del grupo. Engañada, accedí a un enlace. Después de varios pasos, mi cerebro detectó algo sospechoso e inmediatamente colgué la llamada. Al instante me dije: “tonta, caí en la red”. Al reaccionar e intentar contarle a mi esposo, mi teléfono no dejaba de sonar. Al abrir la llamada, me preguntaron si era cierto lo del préstamo, y ahí comprobé que había sido víctima de hackeo.
La acción que decidí tomar fue notificar en las redes sociales lo que me estaba sucediendo y pedir a mis contactos que me ayudaran a viralizarlo. Llamé al administrador del grupo y le comenté la situación. Él, muy solidario, me envió un número de WhatsApp para informar al operador, considerando que esta sería la salida más factible para solucionar la situación. Sin embargo, existía un pero: WhatsApp es independiente de tu operador, ellos no pueden ayudar. Fueron muchos los intentos para intentar abrir la aplicación. La única respuesta en ese momento era que un Infinix Note 40 Pro estaba utilizando mi WhatsApp y que podía obtener un nuevo código de acceso en 11 horas y 49 minutos.
Pero como toda acción pasa por un proceso, durante muchas semanas me llamaron muchos números desconocidos e internacionales, recibí mensajes de texto inconsistentes en los cuales me pedían ingresar a enlaces y me decían cosas como: “su pedido no ha sido entregado, debe confirmar datos, ingrese aquí”. En fin, fueron muchos métodos y siempre me parecían sospechosos. Siempre los borré porque creía que mi amenaza era que mi niña pequeña ingresara por error.
A continuación, me permito dar a conocer el contenido de los mensajes, como mecanismo para prevenir futuros sucesos. El monto del préstamo y la forma de pedirlo son muy particulares:
P/ Buenos días, feliz inicio de semana. Quería pedirte un pequeño favor, ¿a ver si puedes ayudarme?
R/ Hola, Caro, cuéntame.
P/ Es que necesito hacer un pago de unas cosas que estoy comprando que necesito, y mi cuenta amaneció bloqueada. ¿A ver si tienes $640,000 y te los devuelvo mañana a las 11 cuando salga del banco a desbloquear la cuenta? Hoy no puedo porque es bancario.
R/ Claro que sí.
P/ Cuenta Nequi Neris García
Cuenta Bancolombia 13219213965 Pedro Antonio Torres Espinosa.
La cuenta Nequi y Bancolombia, con los nombres de sus titulares, tenían un objetivo muy claro, con un plan A y B. El primero de julio de 2024, la solidaridad y empatía de la gente hicieron que la emoción por la que estaba pasando no fuera superior a mi carácter y valentía. Esta experiencia me hizo activar el sistema de alertas y entender que no se puede vivir confiando a ciegas; es mejor manejar el beneficio de la duda. El operador celular desconoce lo que sucede y claramente deja claro que WhatsApp no tiene nada que ver con ellos. La recomendación es comunicarse con Mark Zuckerberg, lo cual no pude lograr. Lo cierto es que la creatividad de mis contactos fue infinita y elocuente. Me encantaría contar las reacciones de cada uno de ellos al pedido que, a través de mí, se estaba haciendo, pero la verdad mi decisión es aprovechar la oportunidad para agradecer el apoyo y solidaridad.
Según datos oficiales, solo el 20% de los ciudadanos afectados denuncian, lo que dificulta el papel de las autoridades frente a este tipo de delitos. Me pregunto: ¿cómo estamos desafiando esta situación? La probabilidad de incrementos de este delito va en ascenso. Todos los días encontramos en las redes sociales un nuevo post que viraliza a una nueva víctima de esta problemática social. Con sentimiento cultural y de pueblo, esta es mi opinión para ti.