Edicion julio 3, 2024

¿Hacia dónde va La Guajira en términos de competitividad?

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Columnista - Luis Guillermo Baquero
Columnista – Luis Guillermo Baquero

En un contexto donde la competitividad se convierte en el motor del desarrollo económico de las regiones, el Indice Departamental de Competitividad (IDC) surge como una herramienta fundamental para evaluar el desempeño de los departamentos colombianos. Según la reciente edición de 2024, Bogotá se posiciona como líder indiscutible, seguida de cerca por Antioquia, Valle del Cauca y Atlántico. En esta reciente publicación, se evaluan 13 pilares agrupados en cuatro dimensiones clave: condiciones habilitantes, capital humano, eficiencia de los mercados y ecosistema innovador, mostrando una clara correlación entre la competitividad y el crecimiento económico. Esta relación positiva sugiere que un entorno competitivo fomenta el dinamismo económico y el desarrollo.

En el caso de La Guajira, el departamento ha ocupado los últimos lugares en el ranking, logrando avanzar timidamente una posición respecto a 2023, pasando del puesto 26 al 25. La falta de una estrategia integral para mejorar la competitividad y la calidad de vida de sus habitantes se traduce en un estancamiento sin visos de cambio a corto plazo.

Analicemos los retos que enfrenta La Guajira en multiples indicadores.

En la dimensión de condiciones habilitantes, destaca la mejora en el pilar de instituciones, donde ha pasado del puesto 32 en 2019 al 26 en 2024. Este avance se refleja principalmente en el indicador de gestión de regalías, aunque en el indicador de gestión de recursos, el departamento sigue sin poder salir de los últimos lugares en nivel nacional.

En términos de gestión fiscal, La Guajira ha mostrado mejoras, pero aún presenta desafíos significativos en la capacidad local de recaudo, permaneciendo en los últimos puestos. Mientras el departamento no logre tener instituciones eficientes y transparentes, será imposible capitalizar las oportunidades y ventajas competitivas que tiene.

En el pilar de infraestructura existe una alerta frente a la cobertura de la energía eléctrica, ya que es una realidad la pobreza energética en el departamento. Tanto el gobierno territorial como el nacional tienen una deuda histórica con las zonas dispersas y lejanas del territorio. El indicador de cobertura de gas natural posiciona a La Guajira en el puesto 12 a nivel nacional, lo cual refleja el buen trabajo que se ha realizado en el departamento.

La Guajira ocupa el primer lugar en el indicador costo de transporte terrestre a mercado interno con un puntaje de 8.55, y se encuentra en quinto lugar en el indicador de costo de transporte terrestre a aduanas. Estos indicadores demuestran la ventaja que tiene el departamento con su ubicación estratégica.

No obstante, en el pilar de sostenibilidad llama la atención el indicador de emisiones de fuentes móviles, es decir, La Guajira tiene un parque automotor transitando sin ningún tipo de control en emisiones de CO2.

Frente a la dimensión de capital humano, persisten los desafíos significativos en los pilares de salud y educación. Si el departamento no logra implementar acciones en esta área, no se logrará impactar la pobreza multidimensional. Los departamentos más competitivos presentan menores tasas de pobreza multidimensional.

Más allá de los puntajes y cambios en el ranking, en el departamento de La Guajira debemos enfocarnos en lograr edificar una ruta hacia la equidad y competitividad del territorio. Llevo varios años haciendo el mismo análisis frente a los resultados de este índice y son pocos los cambios año tras año.

Un análisis de hace cuatro años podría fácilmente presentarse hoy; el índice de competitividad no se ha tomado como un punto de referencia para enfilar estrategias y acciones. Al parecer, se normalizó el hecho de ubicar a La Guajira en el fondo de la tabla de la mayoría de los índices e indicadores sociales, económicos y de competitividad.

Es crucial que La Guajira apueste por una visión a largo plazo que involucre tanto al sector público como al privado, a la cooperación internacional y a la sociedad civil. La necesidad de una agenda pública basada en datos y sustento técnico es evidente, así como la importancia de dejar atrás decisiones motivadas por intereses y cálculos políticos locales o discursos mesiánicos vacíos. Es hora de pasar de promesas a acciones concretas, de consolidar alianzas efectivas que impulsen la competitividad y el bienestar de la región.

Solo a través de un enfoque colaborativo y de una planificación coherente entre todos los actores involucrados, se podrá transformar el panorama actual de La Guajira. Urge una mayor coordinación entre nivel nacional y local, entre entidades públicas, privadas y la sociedad civil, para crear un entorno propicio que atraiga inversiones sostenibles y viables, generando empleo y mejoramiento de la calidad de vida de los guajiros. El tiempo de la inacción ha terminado; es momento de trazar una ruta clara hacia la equidad y la competitividad que La Guajira merece.

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