Edicion octubre 6, 2024
El Reinado Nacional

Comparte

Apenas llegaba noviembre, Colombia se engalanaba con las fiestas de la independencia del Corralito de Piedra.

Columnista - Marga Palacio Brugés
Columnista – Marga Palacio Brugés

Desde que tengo uso de razón, siempre había sido así: El Reinado Nacional de la Belleza es o “era”, aún no lo tengo claro, una institución y, como tal, debía permanecer anclada en el tiempo, marcando la historia o haciendo historia con cada reina.

Es así como reinas y eventos nacionales significativos se asociaban: “Fulanita era la reina cuando la toma del Palacio”, solía decirse, por ejemplo, porque reinado e historia era la misma vaina.

Publicidad

¿Cómo carajos se esmigaja una institución en un dos por tres? Yo aún no salgo de mi asombro.

Esto no es cuestión de frivolidad, es el folklore, la cultura y la tradición que se hacen añicos frente a nuestros ojos.

Doña Teresa (Q.E.P.D.) debe estar revolcándose frente a tanta indiferencia nacional; tanto como aquel padre que desde el más allá ve dilapidar su fortuna, aquí mismito, en el más acá.

Publicidad

Esto no ha sido de la noche a la mañana, poco a poco el reinado ha ido destiñéndose, perdiendo su esplendor y las redes sociales, en vez de ayudarle y darle mayor visibilidad y credibilidad, lo han ido relegando con cuanto templete improvisado sale al ruedo.

El Reinado Nacional perdió su señorío y no sé si está en cuidados intensivos, lo espero, o si ya le dieron la estocada final.

Se siente tan raro ver correr estas fechas así: si son ni ton. Con los mil problemas de siempre: violencia y hambre y sin la distracción de las reinas.

No sé tú, pero yo sí lo extraño. Bien que me disfrutaba el esplendor de la heroica con sus desfiles icónicos, las comitivas en el Hilton, apoyando sus candidatas, los estilistas de Alta costura, deleitándonos con sus creaciones y los cantantes de moda, amenizando los desfiles.

Como buena regionalista, amaba ese tropel, con el mismo furor con que amo los partidos de la selección en el mundial.

Y no, ya no es lo mismo y ni es igual, y se extraña la foto de la reina y la palenquera, entre otras.

No faltará quien diga que es mejor ocuparse del hambre de la Alta Guajira y otras cosas más importante, pero creo que nadita tiene que ver el caldo con las tajadas y bien que se puede caminar y masticar chicle al mismo tiempo, porque “no solo de pan vive el hombre”, y que me dispense el cristianismo por el uso de esta frase, pero creo que ilustra muy bien el sentir del pueblo cartagenero que se ha quedado vestidos y alborotado y la industria local llevando del bulto: las cocadas no se venden y el salpicón de frutas, tampoco; los hoteles están vacíos y el Hilton en silencio, como mudo está también El Getsemani.

Dios bendiga a Cartagena, la fantástica, para que pronto vibre de nuevo en sus fiestas novembrinas y volver a cantar a todo pulmón: llegó, llegó, la reina llegó, suenen los tambores, la reina llegó. Y, ¿por qué no? Ver coronar mi Guajira, otra María en Cartagena.

noticias relacionadas

Consulta Virtual

¿Considera que el turismo es el principal potencial de La Guajira?

ULTIMAS NOTICIAS