“Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi, y salió de allí agua. Sansón bebió, recobró su espíritu y se reanimó. Por esto llamó a aquel lugar )que está en Lehi hasta el día de hoy) En-hacore”.
Siendo el juez que librará a Israel de Filistea, Sansón es capturado por sus compatriotas (hombres de Judá) y llevado a Lehi. Al ver a Sansón, los filisteos dan voces de victoria. En ese momento, el Espíritu de Dios viene sobre él; las cuerdas en sus brazos caen como lino quemado. En seguida, toma una quijada de asno, un arma insignificante, y con ella mata a mil hombres. Entonces, llama a aquel lugar Ramat-lehi que significa colina de la quijada.
El cántico de Sansón omite las alabanzas y el agradecimiento a Dios, quien le dio victoria. Hace lo que bien le parece y no busca la voluntad de Dios.
Después de matar a mil filisteos, Sansón tiene mucha sed y clama a Dios. Ora por primera vez, reconociendo haber sido un mero instrumento de salvación divina contra los filisteos. Recién después de pasar por un momento difícil de mucha sed, reconoce la soberanía de Dios en su vida y llega a conocer también cuál es Su llamado.
Aunque viene a entender todo esto después de cierto tiempo, el Señor responde a su oración y hace brotar agua en Lehi, para que él pueda saciar su sed. Sansón llama a aquel lugar, En-hacore (que significa fuente del que clama). Sansón juzga sobre Israel por veinte años, pero, lamentablemente, la Biblia dice que son días en que dominan los filisteos.
Dios jamás abandona al pueblo elegido, al sacerdocio real, al reino sagrado, ni Su tesoro (1 Pedro 2:9). Por el contrario, Él que nos acompaña en todo momento abre caminos donde no los hay y ríos en el desierto (Isaías 43:19). Le da libertad al oprimido, alimento al hambriento y se convierte en un pozo para el sediento.
Por lo tanto, el fiel debe presentarse primero ante Dios cuando se enfrente a una lucha y una situación difícil en la que debe pelear contra el enemigo. La fuente de poder para Sansón era el ”Espíritu del Señor” que estaba en él y así recibió respuesta a su petición. Dios es nuestro Salvador eterno.
Dios es el Señor del amor que socorre a quien ora clamando a Él. Dios les guarde.