“Estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.
Hechos 17:11.
Las sinagogas son lugares de reunión para los judíos de la diáspora. Dondequiera que iba, Pablo se dirige primero a la sinagoga para predicar el evangelio. En Tesalónica, predica la Biblia durante tres semanas en la sinagoga. Expone el Antiguo Testamento desde la perspectiva de la redención y anuncia a Jesucristo. Muchos creen y siguen a Cristo, pero otros, se le oponen.
Los líderes religiosos habrían sentido celos de Pablo y movilizan a hombres perversos para acusar al apóstol de haber desobedecido el mandato de César (el emperador) al anunciar a otro rey: Jesús. Cuando sus malas intenciones fracasan, arrastran a Jasón y sus hermanos ante los jefes de la ciudad, nombrados por el gobierno romano, y causan disturbios. La envidia nos aparta y aleja a los demás del evangelio de la vida.
Al llegar a Berea, Pablo se dirige primero a la sinagoga. Aunque tenga que lidiar con los celos de sus compatriotas, es fiel en seguir su política misionera. Los hombres de esta ciudad reaccionan de manera positiva a la Palabra.
Son nobles de carácter, reciben con solicitud las Escrituras, escudriñando la Biblia cada día para corroborarla. Esta es la actitud con la que debemos recibir la Palabra de Dios: con un corazón puro y bueno, orando y meditando para tener una comprensión mayor de ella. Solo así hallaremos gracia de Dios sobre nuestra vida. No obstante, los judíos de Tesalónica que habían endurecido sus corazones para no entender vienen a Berea para oponerse a Dios. Cuanto más valioso es el evangelio, tanta mayor oposición tendrá su propagación.
Pablo obedeció por completo la misión de Dios. Si bien la envidia y la interferencia de los judíos estuvieron presentes incluso antes del evangelio, Pablo consideraba que era natural sufrir por la causa de Cristo. Por medio de la prédica de los acompañantes de Pablo, Dios hace que surjan creyentes en la región gentil de Grecia y planta una iglesia.
Tanto Pablo, quien cumplió con su misión sin dudarlo en medio de la adversidad, como los fieles gentiles que se convirtieron en el fruto de la fe reaccionando al evangelio, son la obra de la misión que Dios realizó. De esta forma, el fiel que vive acorde a la misión y la Palabra, se convierte en la herramienta de la gloria de Dios que usa para escribir Su obra.
El deber del fiel es aferrarse a la misión, aun en medio de la aflicción, y estudiar la Palabra de Dios profundamente y entenderla. Dios les guarde.
