En medio de los desafíos que enfrentamos en La Guajira, la importancia del diálogo, la escucha activa y la concertación, resurge como el camino esencial hacia la resolución de conflictos y la construcción de una convivencia armoniosa. Los recientes eventos de protesta, reflejo de las dificultades arraigadas en nuestras comunidades, nos instan a actuar con prontitud y sensibilidad.
El año pasado, La Guajira experimentó un aumento significativo en el número de paros, superando los 80 eventos de este tipo, según datos de la Federación Colombiana de Transportadores de Carga por Carretera (Colfecar).
Estas protestas afectan gravemente el desarrollo económico y el progreso de la ciudad, al detener la inversión privada y afectar la operación de los empresarios locales, la paralización de actividades comerciales y la percibido de estar recluido dentro del distrito por causa de los cierres viales, que adicionalmente llevan a la cancelación de reservaciones y vuelos , generando pérdidas significativas para las agencias y operadores turísticos, lo que resulta en una grave crisis económica para La Guajira y por supuesto Riohacha.
Según la ANDI, las obstrucciones a la movilidad en Colombia entre 2021 y 2023 generaron pérdidas superiores a los 3.9 billones de pesos, afectando sectores clave como transporte, comercio, turismo, agricultura e industria. Estas interrupciones no solo obstaculizan el transporte de agua potable, la atención médica, sino también que los campesinos puedad sacar sus producto y que los niños no puedan asistir a clases. Por su parte, el cierre de las instalaciones de la alcaldía y sus oficinas también dificultan la realización de trámites y el acceso a servicios esenciales de la administración.
En esta entendido, las protestas, ya sean motivadas por la falta de servicios básicos, disputas territoriales o condiciones infraestructurales precarias, socavan no solo la estabilidad económica, sino también el tejido social que nos une como pueblo. Detrás de cada bloqueo de carretera, u oficinas, hay voces clamando por atención, por justicia y por un futuro más prometedor para sus familias y sus comunidades.
Es imperativo que, como líderes locales, reconozcamos el valor de cada una de esas voces y nos comprometamos a escucharlas con empatía y sinceridad. Solo a través del diálogo abierto y constructivo podemos encontrar soluciones que aborden las causas profundas de la discordia y restauren la confianza en nuestras instituciones.
Es evidente que los bloqueos y las interrupciones en la movilidad no solo afectan el flujo de bienes y servicios, sino que también amenazan la salud, la educación y el bienestar de nuestra población. Por lo tanto, debemos actuar con determinación y celeridad en el ejercicio de escucha para que nuestro pueblo vuelva a sentirse respaldada.
Además, es crucial reconocer y abordar las tensiones internas dentro de nuestras comunidades, especialmente entre los pueblos indígenas wayuú. La reconciliación y el fortalecimiento de los lazos comunitarios son fundamentales para construir una sociedad más cohesionada y resiliente.
Solo a través del trabajo conjunto y la voluntad de escuchar y comprender las necesidades de nuestra comunidad, podremos avanzar hacia un futuro más próspero y solidario para La Guajira.