“Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel”.
2 Samuel 23:1.
Casi al final de su vida, David es cautivado por la presencia del Espíritu de Dios y declara una confesión de fe asombrosa. Dios revela al rey ideal por medio de David. Y ese rey perfecto, es aquel que reina con temor a Dios, una nación que es teocéntrica. El rey que gobierna con justicia es semejante a la luz de la mañana; el resplandor del sol en una mañana sin nubes; o como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.
David tiene la convicción de que de su simiente, se levantará un gobernador glorioso, lleno de luz, esperanza y vida. Con la fe de que Dios cumplirá el pacto establecido, mira con sus ojos de fe el reino de Dios que levantará el Mesías. Nuestra esperanza más grande está en el reino de Dios, que será gobernado por Jesús, nuestro Rey.
David cuenta con algunos soldados valientes con quienes ha fortalecido el reino. Joseb-basebet es el primero de ellos, que mató a ochocientos hombres en una sola ocasión. Eleazar luchó con valor contra los filisteos aún cuando todo el pueblo de Israel huyó en la guerra. Pero fue con tanto valor que peleó, que la Biblia dice de él que quedó pegada su mano a la espada. Dios vio su coraje y le dio una gran victoria bélica.
No podemos dejar de citar a Sama. Los filisteos habían salido a la guerra contra Israel en un terreno lleno de lentejas, e Israel huyó atemorizado, pero no así Sama, quien se paró en medio del terreno y mató a los enemigos. De esta manera, Dios usó a grandes hombres para conceder una gran salvación a Israel.
Este cántico compuesto por David e inspirado por el Espíritu, supera la característica profética. David expresa la gracia de Dios quien levantó a un humilde varón para que fuera rey. A pesar de que proviene de una familia pobre, y era pastor, gracias a la unción de Dios se convirtió en el rey de Israel.
Se conmueve al ver, en sus últimos momentos, con ojos de fe a ese rey justo y al reino de Dios que llegará. Dios levanta a quien levante al Señor. Quienes vivan alabando y enalteciendo a Jesucristo, aceptándolo como nuestro Señor y viviendo bajo Su gobierno, serán personas importantes que darán lugar al nuevo y misterioso fruto de la fe como el pacto que Dios mantuvo con David.
Dios levanta a quien levante al Señor y hace que Su promesa se cumpla fielmente. Dios les guarde.