Los de Bet-semes dijeron: “¿Quién podrá estar delante de Jehová, el Dios santo? ¿A quién la enviaremos nosotros?”.
1 Samuel 6:20.
Dios mismo toma el control de la dirección que adopta el carro con el arca del pacto. Después de siete meses, el arca vuelve a Israel. Los hombres de Bet-semes se alegran al ver este milagro, ya que no se imaginaban que el arca pudiera volver por sí misma, sino mediante la intervención humana.
Las joyas de oro que acompañan el arca de Dios representan el botín que el Señor trae a Su pueblo después de derrotar a Dagón, el dios de los filisteos. Los israelitas ofrecen holocaustos y sacrificios a Dios para celebrar la victoria divina y conmemoran el retorno del arca del pacto. Los sacrificios dedicados (1 S. 6:15) son el sacrificio de paz ofrecido por la gratitud y como forma de celebración por este acontecimiento. Si Israel ha sido derrotado por los filisteos, no es por la incapacidad de Dios, sino por su incredulidad y desobediencia.
Ocurre una gran tragedia en Bet-semes, en plena celebración, por causa del arca del pacto. Los hombres de la ciudad miran dentro del arca y muchos de ellos mueren, por la mano de Dios. El arca del pacto simboliza la misma presencia del Todopoderoso y nadie puede acercarse a esta, a menos que sea el sumo sacerdote en momentos precisos.
Abrir el propiciatorio y ver dentro del arca por curiosidad es sinónimo de tomar la Palabra de Dios con ligereza y no tener temor de Dios. Como Dios ha atacado al pueblo de Filistea, así mismo corrige a Su pueblo, Israel. Ciertamente Israel es el pueblo de Dios, pero si no obedecen Sus mandamientos, serán castigados