“Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y faltos de entendimiento; son sabios para hacer el mal, pero no saben hacer el bien”.
Jeremías 4:22.

Pero el pueblo de Judá ignora todo esto debido a su necedad e insensibilidad espiritual. Los siervos genuinos de Dios se levantan del desánimo, incluso en momentos de dolor y aflicción, para cumplir fielmente su llamado como atalayas. Es preciso hacer sonar la trompeta del evangelio continuamente, para hacer volver a un pueblo insensible, pronto para cometer iniquidades y tardo para las buenas obras.
Dios nos advierte sobre el juicio del pecado y nos da la oportunidad para arrepentirnos. La manera de alcanzar la salvación y evitar ese terrible juicio es alejándonos del camino del mal y eliminando el pecado de nuestros corazones. Por su parte, Jeremías sufre un profundo dolor y una gran tristeza por este obstinado pueblo que no se arrepiente, representando el corazón de Dios.
Así como el profeta habla en Su nombre y comparte Su pesar, nosotros debemos tener un corazón que se apiade de las personas que tendrán que padecer el juicio y que se lamente por el pecado, para poder animarnos a predicar el evangelio con el espíritu misericordioso que Él nos permite tener.
Dios muestra Su corazón, a través de las advertencias sobre el juicio. Si nos arrepentimos, las advertencias de Dios sobre Su juicio reflejan Su amor y misericordia. Dios les guarde.