14. “¡Y estas cosas no son más que los bordes del camino, apenas el leve susurro que oímos de él! Pero el trueno de su poder, ¿quién podrá comprenderlo?”
Job 26.
Debemos brindar consuelo y aliento a los que les falta fuerza y sabiduría, antes que críticas infundadas. Job se dirige directamente a Bildad en segunda persona del singular y le hace una pregunta, haciendo alusión a su anterior discurso sobre el señorío y la majestuosidad incomparable de Dios (cap. 25).
”¿En qué has ayudado (tú) al que no tiene fuerzas? ¿Cómo has protegido al brazo débil? ¿Qué has aconsejado (tú) al que está falto de ciencia? ¿Qué plenitud de inteligencia (tú) has manifestado? ¿A quién has dirigido tus palabras?” (Job 26: 2-4a). Job apela al corazón de Bildad y señala que él ha añadido dolor al que se encontraba sin fuerzas. Si fuera un sabio que conoce las limitaciones propias del ser humano, lo consolaría y le daría ánimo, en lugar de criticarlo.
La creación no puede huir del poder y del señorío de Dios. Job explica el poder del Creador: alcanza el mundo subterráneo, se manifiesta en el mundo de la creación, y es poder creativo en los tiempos primitivos. Describe el poder de Dios en tres dimensiones: en la profundidad del mar, en la altura del cielo y en la anchura de la tierra; y afirma que este poder vence la confusión.
Las grandes maravillas que se conocen de Dios como creador y administrador no son más que una pequeña muestra de Sus obras (v. 14). Job utiliza el trueno como una metáfora para explicar el poder de Dios. Job no comprende estas cosas; para él, el poder de Dios es motivo de lamentación, antes que una razón de alabanza.
Job va ordenando y desarrollando su confesión, a medida que conversa con sus tres amigos. El Dios que Job conoce en medio de la aflicción es inmenso y obra más allá de nuestro intelecto y razón. Que ese Dios infinito intervenga en la vida de una persona, le demuestre Su poder universal y Su majestuosidad, representa Su interés, amor y gracia hacia la humanidad.
Esta es la razón por la que no debemos acusar y juzgar apresuradamente a los demás, como lo hizo Bildad, ni debemos limitar a Dios con nuestro acortado entendimiento, porque Él está obrando en este momento con Su profunda y misteriosa providencia, iluminando a los fieles para que lo conozcan. El fiel trata al prójimo con el corazón de Dios y aprende sobre Su santidad. Dios les guarde.