Las diferencias entre las marchas del 21 de abril y el 1 de mayo son evidentes, principalmente por la cantidad de gente que participó. Las de la oposición tuvieron mayor participación ciudadana a nivel general del país. Sin importar que fuera día laboral, la gente salió a marchar de manera espontánea, sin que les pagaran ni transportaran. Las marchas del 1 de mayo coincidieron con la celebración del Día del Trabajo, un festivo en el que los trabajadores usualmente salen a marchar en todo el país.
El gobierno aprovechó las manifestaciones de los trabajadores del 1 de mayo para tomárselas como suyas y de respaldo al presidente. Siendo objetivo, Bogotá fue la ciudad que tuvo más gente en las calles, en su mayoría estudiantes, empleados públicos y trabajadores de los sindicatos de izquierda. A la plaza de Bolívar llevaron como borregos a los indígenas traídos en chivas desde el Cauca, pagados por el gobierno con recursos públicos.
Con todo y su poder, el gobierno no logró convocar grandes multitudes en el resto del país. La marcha de Bogotá, si bien estuvo nutrida, comparada con la de la oposición del 21, puede que la haya superado escasamente (ambas llenaron la plaza de Bolívar), pero el gobierno no jugó limpio porque pagó por marchar y movilizó gente, mientras que la marcha de la oposición fue libre. La marcha en Pasto contó con fuerte presencia de los indígenas del Cauca. Sería mentir si digo que esa fue la constante en el resto del país, cuando lo que vimos es que no hubo esas grandes marchas. El presidente reconoció que las marchas de la oposición del 21 fueron fuertes en Bogotá, Medellín y Bucaramanga y en tono peyorativo “débiles” en el resto de ciudades. Las de este 1 de mayo, en supuesto apoyo al gobierno, por lo visto, fueron lánguidas en la mayoría del país.
El 1 de mayo no se vieron esos ríos de gente como el 21 de abril en Medellín, Bucaramanga, Cali, Barranquilla, Manizales, Pereira, Cartagena y otras ciudades. En la costa Caribe hubo apatía de la gente, en Riohacha y Montería la cosa estuvo normal; en Valledupar la gente prefirió quedarse en modo festival gozando sus parrandas vallenatas, en Barranquilla no pasó nada, en Santa Marta y Cartagena la gente se fue de playa. Petro ya no goza del apoyo costeño, la gente en Barranquilla no olvida que por su culpa perdió la sede de los Panamericanos, y en la costa pagamos el servicio más malo y caro de energía sin que nuestro presidente costeño haga algo, como si no le doliera la costa.
El gobierno se ha desgastado políticamente rápido antes de cumplir dos años. Las encuestas muestran a un presidente con bajo nivel de popularidad y no va a subir mucho por las marchas del 1 de mayo. Su caída en picada viene marcada por una gestión ineficiente, escándalos de corrupción, desgobierno, derroche de recursos (un ministerio para la vice); promesas incumplidas, abuso de poder (viajes y gastos de la primera dama), nombramiento de Benedetti en una embajada para comprar su silencio; trato diferente a gobiernos regionales y locales, escándalos personales y familiares, presunta financiación ilegal de su campaña, violación de topes electorales y una economía deteriorada. Muchas cosas juntas y malas a la vez.
El presidente no escucha y sigue empecinado en imponer su voluntad, olvidando la concertación con otros sectores, especialmente con la oposición para construir consensos que le den gobernabilidad. Muchos Petristas están desencantados del gobierno y, en general, el pueblo colombiano siente que Colombia va mal y peor que antes; que el presidente del llamado “gobierno del cambio” no gobierna y sigue en su papel de candidato de las oposición, criticando y echándole la culpa a su antecesor.
Petro, que prometió cambiar las costumbres políticas que antes cuestionaba, una vez llegó al poder se dedicó a hacer lo mismo que tanto criticaba, y para colmo de males, terminó aliado con personajes oscuros de la clase política tradicional que tanto fustigaba; con parapolíticos que él denunciara en el pasado, y con delincuentes de la peor ralea. Sin ningún reparo recibió el apoyo de cualquiera que le ayudara a ganar la Presidencia, por eso su gobierno hoy está capturado por esa mafia política corrupta que lo apoyó, y por eso él, Petro, perdió toda credibilidad.
Este gobierno, así como va, llegará desprestigiado al 2026 y perderá las elecciones. La derecha aprovechará que la izquierda no supo gobernar y volverá al poder, solo hay que esperar que el tiempo ponga las cosas en su lugar y aparezca ese líder que Colombia necesita para que la salve de la debacle que significaría continuar gobernados por Petro, o por el que ponga; por eso hay que impedir su proyecto constituyente que representa un peligro latente para Colombia como es el comunismo de hambre, miseria y muerte sembrado al lado en la República de Venezuela.