
Hablar de La Guajira duele, porque es mi tierra, donde nací y crecí, y no me resigno a que la condenen al atraso y a la miseria unos cuantos vivos que se disfrazan de defensores del pueblo wayuu para llenarse los bolsillos. Hablo como veedor ciudadano, como guajiro, viendo cómo en nombre de la “consulta previa” y los “usos y costumbres” están llevando a cabo un saqueo silencioso. Dejo claro que no le debofavores a ningún político, cacique ni a ninguna multinacional.
Los “usos y costumbres” del pueblo wayuu son un pilar cultural, pero ciertos líderes y autoridades tradicionales los están utilizando de manera perversa,como disfraz para encubrir la corrupción, manipulandoprocesos, engañando a las comunidades y negociandobeneficios personales.
Por su parte, la “consulta previa” es una herramienta poderosa como mecanismo de protección de los derechos y debería ser un mecanismo de respeto y diálogo con las comunidades indígenas. Pero la están convirtiendo en el trampolín de unos cuantos que encontraron la manera perfecta de hacerse ricos: autoproclamarse voceros, torpedear proyectos si no les pagan, y firmar actas amañadas.
¿Dónde está el consentimiento libre e informado? ¿Dónde quedó el bienestar colectivo? Lo que hay, en muchos casos, es un negocio montado con reglas propias, utilizando a las comunidades como pretexto para cobrar coimas, exigir contratos y “asesorar” a cambio de porcentajes jugosos. Es una forma de extorsión disfrazada de derecho indígena que están usando como escudo para robar.
Mientras tanto, la gente sufre el hambre, la sed y el abandono, condenada a ver pasar el progreso desde la sombra. Pero cuando uno denuncia esos abusos, enseguida lo acusan de ir en contra de los “usos y costumbres”. Como si denunciar la corrupción fuera una afrenta ancestral.
Los verdaderos “usos y costumbres” del pueblo wayuu son sabiduría, ancestralidad, respeto por los mayores, organización propia. Pero fabrican “autoridades” a su medida, compran voluntades, manipulan documentos y se reparten los beneficios entre clanes políticos, mientras las comunidades siguen sin agua, salud, yeducación; igual o peor que antes.
Los wayuu, y lo digo con conocimiento de causa, son un pueblo digno, trabajador y resiliente. Lo que pasa es que algunos de sus propios miembros los han traicionado, vendiéndose al mejor postor, porque encontraron en su origen étnico una oportunidad para volverse contratistas, “asesores culturales”, operadores políticos y hasta gestores de conflictos. Se presentan como defensores de su gente, pero no representan más que sus propios intereses con la complicidad de los gobiernos de turno.
Algunos tergiversarán mi opinión, como si yo estuviera en contra de los derechos de las comunidades indígenas. Nada está más lejos de la verdad. Es la indignación que produce ver cómo son secuestrados los derechos legítimos por quienes aprendieron a exprimirlos para su beneficio personal.

Y lo más grave es que, por culpa de estos abusos, se está generando una percepción injusta y peligrosa: que los wayuu son conflictivos, que se oponen al desarrollo, que todo en La Guajira se tranca porque “los indígenas no dejan trabajar”. ¡No, señores! ¡Mentira! La culpa no es del pueblo wayuu, sino de los que hablan en su nombre sin legitimidad y negocian su cultura como si fuera un contrato más, convirtiendo sus raíces en pretexto para el saqueo.
Hay que recuperar la dignidad de los procesos,exigiendo que las consultas previas sean de verdad: participativas, informadas, legítimas. Que las autoridades tradicionales respondan ante su comunidad y no ante sus socios políticos. Que el dinero que se mueve en nombre de la cultura llegue a la gente, y no a las cuentas personales de quienes encontraron el negocio perfecto en lo ancestral.
La Guajira no se merece seguir siendo laboratorio de corrupción, ni que los símbolos sagrados del pueblo wayuu sean prostituidos por unos pocos ambiciosos.
Y no podemos quedarnos callados viendo cómo saquean el presente y el futuro de las comunidades. Es hora de romper el silencio cómplice y hablar sin miedo. Porque cada vez que alguien utiliza la “consulta previa” o los “usos y costumbres” para robar, no solo traiciona a su pueblo: también los condena a todos. Yo no estoy dispuesto a callar.
Y como dijo el filósofo de La Junta: “Se las dejo ahí…” @LColmenaresR
