Edicion octubre 3, 2024

Construyendo caminos educativos para conseguir la paz

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Construyendo caminos educativos para conseguir la paz

Columnista - Yarlin Carolina Diaz Bonilla
Columnista – Yarlin Carolina Diaz Bonilla

Cada vez que recibo una llamada de la profesora Rocío Mendoza, redescubro la importancia de educar para enseñar, el compromiso y la responsabilidad del maestro que consagra su vida asumiendo el rol que define el futuro de nuestros hijos. Transmitir conocimientos es la columna fundamental para que nuestras sociedades se fortalezcan. En lo personal, estoy convencida de que el trinomio perfecto para la formación integral de los seres humanos se compone del trabajo colaborativo entre alumnos, padres de familia y docentes. Cada institución, en cada rincón del mundo, tiene vivencias diversas y millones de estudiantes con talentos únicos. Me encanta visibilizar lo que se gesta en las instituciones educativas de nuestra tierra amable. Cada historia encierra diferentes matices y su esencia es el reflejo de la creatividad de cada ser. Para contextualizar lo maravilloso que es educar, en esta columna contaré una historia que se compone de diferentes capítulos, cada uno describe con palabras los hechos y sucesos. Considero que cada ser humano aporta fructuosamente a la evolución, y cuando hacemos equipo, abrimos la posibilidad de construir caminos educativos para conseguir la paz.

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En el municipio de Barrancas se gesta una gran historia en una enramada. Las Hermanas Franciscanas Misioneras, dirigidas por la hermana Elvira Duque, iniciaron en 1969 la Concentración Indígena Monte Alvernia, dando la oportunidad a la población indígena de que sus hijos asistieran a la escuela. En 1973 fue nombrada la primera maestra, Chely Saltarén. Las tradiciones culturales de la etnia wayuu son el cimiento de esta institución, que hoy cuenta con seis sedes, 1.181 estudiantes, 47 maestros, tres administrativos, un rector y dos coordinadores. El pasado 17 de septiembre celebraron 56 años de vida educativa, con un desfile inaugural por las calles de Barrancas alusivo a la diversidad cultural y pluriétnica que conforma la Institución Etnoeducativa Monte Alvernia. Los docentes realizaron muestras culturales representativas de nuestras regiones, evidenciando una vez más la riqueza cultural de nuestro país.

Los estudiantes egresados de esta institución reflejan gratitud y, en sus diferentes roles, dan testimonio de los valores inculcados durante su formación. Es maravilloso cuando quienes tienen la labor de enseñar transmiten en cada palabra el valor de la educación, la importancia de esta en el núcleo familiar y su papel en nuestra sociedad. En nuestra tierra amable se vislumbran tiempos de crecimiento y desarrollo educativo, apuntando a construir caminos educativos para la paz. Hace pocos meses llegó a esta institución un ser humano con cualidades excelsas y extraordinarias habilidades: el rector Carlos Merlano, quien ha logrado integrar a padres de familia, estudiantes y docentes, el trinomio perfecto para avanzar en la educación y formación de nuestros hijos. La semana cultural, celebrada con los más altos estándares de organización e innovación, incluyó una solemne eucaristía en la que se celebraron primeras comuniones, y se reconoció la loable labor de las docentes y hermanas que dieron el primer paso hacia la consolidación de esta institución.

Se destacó la importancia de la educación inclusiva como eje fundamental en la sociedad. Cada una de las estrategias lúdicas y participativas son factores determinantes para mantener y preservar las tradiciones culturales. Los juegos típicos de la cultura wayuu y la medicina tradicional, junto con las representaciones de las enramadas, y las muestras de tejidos, gastronomía, múcuras y artesanías, llenaron de color y encanto la personificación de las rancherías. La participación en la jimolü y la elección de la majayut resaltaron la importancia del encierro, una tradición cultural que se mantiene en el tiempo. También se presentaron danzas típicas como la yonna y el gallinazo, y los sabedores nos deleitaron con los sonidos de la kasha, sawawua, wotoroi y maasi, evocando la naturaleza, el canto de las aves y la corriente del agua de los ríos. Estos sonidos imponentes enmarcaron la grandeza de la etnia wayuu en la construcción de la identidad del pueblo guajiro, un recorrido que nos hizo sentir en la capital indígena de Colombia, nuestro municipio de Uribia.

El sentido de pertenencia y el trabajo colaborativo con los docentes y las Hermanas Franciscanas Misioneras, artífices de la creación de esta escuela, han traído resultados que catapultan a esta institución en el fortalecimiento de los saberes ancestrales para preservar y mantener las tradiciones culturales, y seguir escribiendo historias que fortalezcan la educación y los valores en las generaciones presentes y futuras. Los modelos educativos implementados permiten que los estudiantes logren cohesionar los resultados académicos con el refuerzo de su identidad cultural. Los conocimientos y destrezas de los estudiantes son potenciados por el cuerpo docente de esta institución. Estoy convencida de que cada ser humano nace con un universo de habilidades. Con un fuerte sentimiento cultural y de pertenencia, esta es mi opinión para ti.

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