Desbordado por el prurito de celebrar mis primeros cien días de gestión y resultados al frente de la administración de un municipio guajiro, llama a mi gabinete para conocer las victorias tempranas de un gobierno hasta ahora rozagante en su estreno. Varios de los funcionarios y funcionarias priorizaron las actuaciones de mayor aceptación en redes sociales y destacaron la calidad de las fotografías y la vigencia festiva de mis abrazos y besos en las mesas de trabajo del plan de desarrollo. Todo iba muy bien, las diapositivas repletas de imágenes y porcentajes de optimismo, hasta que la irrupción del secretario de hacienda, el más veterano de mi equipo, me hizo suspender el parpadeo producto de mis primeras gestas:
«Señor alcalde, no todo es como lo pintan. La cosa en materia económica y de movilidad anda como la canción Cien días de bohemia de Rafa Manjarrez».
Sin comprender el significado del mensaje, requerí de mi subordinado una explicación. Y acto seguido, en una recreación plausible del canto poético del autor jagüero, el funcionario, quien pidió no ser interrumpido, procedió en extensa forma a sustentar su aseveración:
«Los cincuenta bloqueos de este año nos tienen jugando la partida de dominó gubernamental con el doble seis ahorcado. Para mí fueron días de guayabo, de mañanitas amargas, por culpa, entre otros, de los caprichos de la Pornky por no vender almojábanas, la disputa interna de los resguardos indígenas, la contratación del transporte escolar y el PAE, los cambios de profesores, la falta de agua, el mal servicio de energía y para colmo, la elección de dos personeros, el suyo y el del presidente del concejo».
Quise interrumpirlo, sobre todo para aclararle aquello de “el suyo”, sin embargo, y mientras recreaba en mi mente la interpretación de la canción por parte de los hermanos Zuleta, el experimentado secretario se me adelantó y continuó parafraseándola:
«De La Guajira siempre vimos su señorío colosal como el cielo, el cual, gracias a tanto paro, se marchitó en un sol de ocaso donde la sombra dada por sus hijos no fue suficiente para sacarla adelante. Por eso, usted que es un hombre juvenil con los pies en el suelo, debe entender que un amor sincero y maternal es mejor no perderlo por exceso de atención y pechiche, sobre todo si se trata de los lideres de las protestas».
La musicalidad argumentativa del canoso secretario animó a los demás asistentes la reunión, quienes, con jamaqueos, toques a la mesa en busca y las tonadas de chiflido y susurro, lo animaron a proseguir; y con base en esas expresiones de respaldo, él, con el entusiasmo propio del aeda, culminó:
«Todas las semanas de este año he presentido que el recato de esas protestas, cual falso terciopelo, no resistirá el embate de la opinión guajira y se quedarán sin nada, al igual que la novia de Barrancas, he dicho».
Luego del alborozo de respaldo al canoso personaje, la calma me permitió responderle analizando los puntos de vista y las motivaciones de aquellos ciudadanos que acuden a las vías de hecho para expresar su inconformismo. Luego, dirigiéndome a todos los miembros del gabinete, y recordando mis épocas de líder protagónico en algunos bloqueos, les manifesté: para analizar este escenario de crisis explicita debemos entender al otro, al pueblo que yace cansado por la desatención a su demanda social y harto de por el desamparo y la falta de seriedad por parte de los alcaldes y gobernadores anteriores. Si, compañeros, de unos mandatarios que en el afán de resolverlo todo con promesas y palmaditas en la espalda, solo lograron aplazar y aplazar las soluciones en un vaivén pendular parecido al padecimiento de Sísifo. Señoras y señores, es esa desazón y la inmadurez de liderazgo lo que impulsa a las comunidades a protestar por todo y por nada.
De otra parte, debemos ser consciente que la responsabilidad no reposa únicamente en una sola acera. Los lideres sociales deben reconocer que tenderse con sus seguidores en el tapete asfáltico y auparse en barricadas para exteriorizar sus “pataletas” no ha sido la mejor estrategia. Por el contrario, con el tiempo los bloqueos solo han recibido el rechazo y una baja solidaridad del resto de la población. Deberían innovar en la forma de protestar y “cranearse” nuevos mecanismos para exigir sus derechos, sin afectar a la mayoría y utilizar los instrumentos legales previstos para esos menesteres. A los amantes de los cierres viales hay que invitarlos a reflexionar para que dejen de ser los nuevos “NINI”: personas que sobrepasando la autoridad y los derechos de los demás, ni hacen ni dejan prosperar a La Guajira.
Nuestro gobierno se está afectando por la manía de los cierres en las madrugadas de cada lunes o martes, acciones que desprestigian la autoridad, espantan a turistas e inversionistas, aumentan el costo de vida, bajan la productividad de los principales renglones económicos y distorsionan la prestación de los servicios esenciales del Estado, etc. En fin, lo único que traen es más miseria y más hambre para los guajiros. Por esa razón, y para evitar otros cien días de bloqueos, activaremos un diálogo social permanente con lideres y comunidades y aumentaremos nuestra capacidad de respuesta para satisfacer las peticiones “racionales” que presenten. Para liderar la estrategia, designaré a los secretarios de Hacienda y de gobierno, quienes quedan empoderados para tomar las decisiones y cumplir con los “eternos pendientes” que merodean en los despachos y pasillos de la administración pública.
Si esa propuesta no es de buen recibo, y en demostración de exagerada necedad, continúan los bloqueos, no queda más que abordar la protesta con la fuerza pública. Y si esa decisión aleja a los simpatizantes de nuestro movimiento político y me causa problemas e investigaciones, asumiré las consecuencias. Amigos y amigas, para refrendar mi posición sobre este asunto les dejo tres frases de la canción citada por el secretario: “(i) búsquense un galán de telenovela que pueda surtir los caprichos de la Barbie”; “(ii) el día que tenga que partir el temple no me falla”, y “(iii) a ninguno han enterrado por un amor que se vaya”.