La Pluma Dorada, en esta ocasión, plasma en la página en blanco con la tinta fina de su pensamiento, inspirada en uno de esos tiempos que el sistema normativo del hombre ha impuesto como medida de control para el comportamiento impulsivo e inherentemente humano. Una de ellas es la dimensión espiritual, un estado en el que, por naturaleza, las personas buscan creer en algo para alimentar el alma. En este caso, cada una de las sectas religiosas que existen en el planeta, según cada una de sus formas de creer y necesidades. Es así como a través del tiempo, se han venido fortaleciendo cinco importantes religiones que marcan un hito en sus historias junto a su Dios y fundador; ellas son: el Cristianismo (Dios) fundador Jesús, el Judaísmo (Yahvé) fundadores Abraham y Moisés, el Islam (Alá) fundador Mahoma, el Hinduismo (muchos dioses) fundadores un grupo de sabios, y el Budismo (no creen en ningún Dios) fundador Buda. Cada una de estas cinco religiones viene sumando sectas y más sectas. Es entendible que el pensamiento del ser humano es tan amplio que no todos creen de la misma forma; de ahí el surgimiento de muchas sectas en las distintas religiones, como es el caso de la religión cristiana.
Todos aquellos que creen y siguen a Cristo tienen miles de formas de interpretar su libro sagrado, la Biblia. Para entender un poco todo lo aquí señalado, esta pluma lo acompaña de una imagen complementaria de (dereliblogyolanda16:19). Por eso, dentro de la religión cristiana, encontramos a los Testigos de Jehová, los Católicos, los Cristianos, y otros miles de sectas, todas con su líder o pastor, en fin, todas las que encuentren en el paso por las calles de cada pueblo, caserío, ciudad, entre otros.
Hasta en esto tan sagrado y divino hay variedad. Es entendible la importancia de no “tragar entero”, la capacidad de análisis crítico de cada uno de los seres humanos tiene el derecho de disponer, en cuanto a su sentir y pensar; por supuesto, no puede ser esclavo de lo que el otro piense. Todas las religiones y sus sectas crean actos religiosos especiales que representan los pasajes bíblicos; en este caso, el libro de Marcos, donde se narra la muerte y resurrección de Jesús, y en la que los cristianos celebran una Cuaresma y anexa a esta la Semana Santa, que simboliza una semana de ayuno, de oración, ofrenda, retiro, reconciliación, en fin, acciones que sustentan su fe y una posible vida eterna como la que tuvo Jesús. Sin embargo, el mismo pensamiento, las variadas emociones que generan diversas posiciones en cuanto al cumplimiento de estas acciones, las cuales unas son muy cercanas a lo que hizo Jesús y otras muy alejadas, ya que sus actos no tienen nada que ver con lo que supuestamente esto significa. Pues, no comer carne roja en esta fecha, por respeto a lo que sufrió Jesús por nuestros pecados, según el pensar de esta pluma, no es tan valioso como evitar en esta semana hablar del otro, hacerle daño, odiar. Otra cosa importante es que, en vez de ir a misa vestido de blanco lino, con el corazón lleno de odio, venganza, envidia, brujería, corrupción, dice Dios, que mejor vayas vestido normal, con el corazón arrepentido y tranquilo. Así mismo, los retiros que sean en familia sinceros, no un encuentro para ver qué tal le va al otro familiar, quién aporta más para el licor o la comida; que sea para sembrar el perdón entre familias, la paz y la unión. Ayunar no solo es dejar de comer, es dejar de hacer aquello que te aleja de Dios. Realmente es difícil; se ha dejado reinar otros seres y espíritus en esa parte sensible y moral del ser humano, ya que es consciente de que está actuando mal y lo hace. Robar, matar, buscar todos los medios para que el otro fracase, para que le vaya mal, hay tanta maldad en el hombre que lo aleja de ese encuentro real con Dios, se arrepiente y vuelve a caer en ese mundo lleno de vanidad, ansias de poder, vacíos internos, complejos, secretos oscuros y rústicos, que no permite, ni permitirá que se viva en fe, en paz. La respuesta a todo este mundo creado por nuestras diferentes formas de ser, de pensar, hacer y que definitivamente, si realmente somos conscientes de nuestros actos, sabríamos que de ninguna manera se acerca a lo que se narra en el pasaje del libro de Marcos. Por eso, amigo lector, que esta Cuaresma, esta Semana Santa, inicie con un Domingo de Ramos de apertura al cambio, al acercamiento a ese Dios supremo y sea sellado con un domingo, donde dejes de simbolizar la resurrección de Jesús como una simple leyenda del pasado, que lo asumas como ese resucitar de tu pensamiento y sentimiento hacia tu verdadera esencia espiritual.
