
No es una postulación, son deseos y sueños, que merodean, transitan y circulan; en la mente de los seres humanos, conectado con medios que nos rodean y transmiten mensajes, creados en el mundo físico de Dios. A todas las personas nos asisten derechos múltiples, generales, comunes o exclusivos; libres de discriminación y privilegios.
Desde el punto de vista soñar despierto, no siempre debe entenderse o malinterpretarse, como una locura, en relación y prevención, a las reacciones y comentarios que generaría, la publicación de este titular. Burlas, sarcasmos, memes y quizás, cuántas vainas más. A nadie se le puede coartar derechos políticos y sociales, de servir de manera voluntaria y aspirar, a dirigir atenciones, soluciones u oportunas acciones indiferentes, en beneficio colectivos. No se puede negar, esconder e ignorar; la falta de gobernabilidad que padecemos, generadora de inseguridad y violencia, que nos conlleva a fatalidad.
Todo ciudadano colombiano por naturaleza en ejercicio, mayor de 30 años, que no haya sido condenado, por delitos diferentes a políticos (rebelión, sedición, asonadas y conspiración) puede lanzarse, al vacío o al agua, como águilas o patos a una aventura electoral, en procura de ser elegido. Ha sido costumbre popular, que los candidatos a la presidencia de Colombia y otras naciones del mundo, los postulan, Partidos Políticos, aun cuando no es un requisito, acreditar la afiliación política.
En Colombia, las operaciones de los partidos, es más comercial, que política, no están adoctrinados, ni alineados, a un pensamiento, carecen de registros de militancias, están direccionados, por quienes ejercen con potestad vitalicia, a título de: amo, señor y dueño absoluto. Aquí lo que existe son empresas políticas, no partidos, contaminadas de corrupción, que deberían estar bajo el control, de la SuperSociedades, en vez del Consejo Nacional Electoral.
Colombia, una nación de variedades en entornos biodiversos y distribución geográfica territorial, con riqueza natural, víctima del deterioro forestal, minería y erosiones; que la empobrecen, con responsabilidad de quienes han gobernado, conllevando a desgracias, de vivir en miseria y en desigualdad permanentes, circunstancias que sirven y utilizan, para someter y humillar, rayando con principios democráticos excluyentes.
Es bueno diferenciar gobierno popular, de dictaduras, aun cuando muchos están disfrazados en apariencia de popular, pero no resulta cierto, cuando amarran coaliciones, para repartirse entre unos pocos, “el ponqué” popular. Deduzcan lectores, las causas y origen de problemas, relativos, con: pobrezas, abandonos, retrasos en el desarrollo, crecimientos de violencias; consecuencias de malos gobiernos, que hemos soportado o resignado en degradaciones sociales.
El costo de una campaña política a la presidencia es abismal. Los topes establecidos en la ley son una farsa, para lo que gastan durante los tres meses de campañas. El valor se acerca a cifras de billón en algunos candidatos favoritos. Esa ley utilizada para tumbar al presidente Gustavo Petro, vale huevo, todos los candidatos con mucha opción, terminan violando los topes legales, aun cuando únicamente persiguen para investigar, al candidato ganador elegido, con apariencias contables incompletas, falsedades e inconsistencias. No se dispone de ningún mecanismo de control, auditorías para determinar, qué cantidad de dinero por concepto de aportes ingresan a las campañas, de dónde provienen, personas facultadas para recepcionar recursos, costos de eventos publicitarios discriminados, transportes, divulgaciones propagandísticas, servicios laborales, arrendamientos general, vehículos, inmuebles y otros.

Mi deseo de ser presidente de Colombia, no es otra, que la de dar, lección y enseñanza de gobierno, de participación popular, con prioridad uno, abrir fuentes laborales, para afianzar y estabilizar hogares familiares. Seguidamente facilitar espacios, para motivar el deporte, el arte, la cultura y recreaciones. Planificar, apoyar y promover, acciones y operaciones de infraestructuras y emprendimientos mercantiles.
En tercer lugar, convocar una constituyente, para hacer todas las reformas que sean necesarias y pertinentes; con participación de los sectores políticos, organizaciones sociales y gremiales; unificando criterios saludables vinculantes, con intención y propósito, de pacificar el medio viviente, garantizar seguridad, en el orden público y en operaciones administrativas. Menguar la corrupción gradualmente, porque erradicarla de tajo, no es nada fácil, acabar con una costumbre tradicional, pero no será imposible con nuevas formaciones educativas y actuaciones ejemplares, para quienes, en el futuro, asuman responsabilidades populares, con implementación de nueva política social. Esa es mi visión, frente a tantas negligencias, en no hacer. “Ni bailan, ni dan barato”. O “no lavan, ni prestan la batea”. De esta forma maduramos lejos de progresar.
Estamos acorralados por polarización y corrupción. Debemos liberarnos del yugo politiquero y contradictorios, de izquierda y derecha. De nada sirve seguir con uno u otro, bando o banda. Vamos de mal en peor. Es necesario probar nuevas alternativas con personas, desligadas de los carteles o bancadas. La izquierda que no había gobernado, tuvo la oportunidad, tampoco dio la talla e incumplió los cambios prometidos. Si ya conocemos quiénes nos han gobernado, durante muchos años. ¿Seguiremos en las mismas, con los mismos, que nos han mal gobernado o nos abrimos a otras opciones, de mejores utilidades futuras, fortaleciendo la participación popular, subyugadas frente a poderes representativos, que deben ser limitados, secundarios y dependientes de la democracia?
Gobernar, no es montar conciertos de bandas, para robar y enriquecerse, es servir solucionando problemas y necesidades, de todas las índoles, controlar delincuencia y garantizar, seguridad y participación indiscriminada. No perseguir opositores y promover producciones, apoyando y protegiendo la economía. No seguir perdiendo el tiempo en constantes confrontaciones polarizantes, entre izquierda y derecha, en ambas existen personas de calidad, que no han tenido la oportunidad de servir, por muchas condiciones, originales y transparentes, que los caracterizan, no se dejan utilizar de servidumbres, ni mucho menos, de idiotas útiles, para favorecer maniobras ilícitas que beneficien directamente al padrino, sin comprometerlo en conducta delictiva.
Se necesita un gobernante que no solo se incline y parcialice en divisiones, sino que pacifique los espíritus políticos, concilie diferencias en un tránsito de paz, fortaleciendo los cuerpos armados del Estado, con tecnologías inteligentes y equipos de reacciones, para frenar arbitrariedad de organizaciones y operatividad delincuenciales.
Recordando el historial de nuestros presidentes, que han gobernado por más de un siglo y la cantidad, de aspirantes, a candidatizarse, nada se me quita, con soñar y manifestar públicamente el deseo de ser presidente, aun cuando se logre por un milagro. Les aseguro que conmigo, les iría bien, mejor que con los antepasados gobernantes y con los que ahora pretenden gobernar. Nadie se quedaría sin trabajo, ni habría marginamiento, en participación de gobierno. Muchos precandidatos, fraccionados de inservibles partidos y tendencias ideológicas, buscan ser presidente, para seguir igual de igual, sin esperanza de mejoría. Dime con quiénes te coaligas y te acompañan, en la campaña presidencial y deduciremos el futuro del elegido presidente.
Los canales RCN o Caracol, deben hacer un reality, titulado: “Yo quiero ser presidente de Colombia”, abierto para quienes aspiren, a la vez conocer muchos factores, personales, calidad intelectual, humana e informal, en un concurso televisivo.