
6. “Ustedes serán para mi un reino de sacerdotes y una nación santa”.
Éxodo 19. NVI.
La relación entre Dios y el pueblo de Israel no se pudo disolver, pues están unidos por un pacto. El Dios Todopoderoso es fiel para con Su pueblo por la eternidad. Dios sacó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto con gran poder, lo protegió de manera perfecta en el árido desierto, y había llegado al desierto de Sinaí. Siglos antes, Dios había hecho pacto con Abraham y luego con Jacob (Israel). Ahora Dios toma a Moisés como mediador, para establecer públicamente Su pacto con todo el pueblo de Israel. Si ellos cumplen fielmente el pacto, Dios les promete “serán mi especial tesoro sobre todos los pueblos”, un reino de sacerdotes y gente santa”.
Entonces, todo Israel se comprometió voluntariamente a cumplir el pacto. Esto les permite ser un pueblo apartado para Dios, que tiene el privilegio de obedecer Su Palabra.
Sólo los que tienen el corazón dispuesto, pueden tener un encuentro con Dios. Para experimentar la presencia de Dios, debemos desechar la codicia y la soberbia del viejo hombre y acercarnos a Él con corazón humilde. Antes de su encuentro con Dios en el monte Sinaí, el pueblo de Israel tuvo que santificarse durante dos días. Y Moisés estableció los límites del monte para que el pueblo no pase.
Dios ordenó que todo aquel que subiera al monte, sea “apedreado o muerto a flechazos”. Pero cuando resonara la bocina, el pueblo podía ir al pie del monte con Moisés para encontrarse con Él. Para acercarnos a Dios, necesitamos cumplir todo lo que Él manda. Debemos cuidarnos de no destruir la santidad por nuestra obstinación cuando estamos delante de Dios. Solamente debemos cumplir Sus mandamientos y estatutos.
El pueblo de Dios debe buscar la santidad siempre. Dios espera que el pueblo de Israel sea “un reino de sacerdotes y una nación santa”. La santidad es el carácter de Dios y Su naturaleza. Por el contrario, el pecado hace que uno pierda la santidad. En la Biblia, Egipto simboliza el mundo. Por lo tanto, el éxodo representa el proceso de alejarnos del pecado del mundo, y alcanzar la santidad.
El pueblo de Dios sólo puede ver a Dios y compartir una relación íntima con Él, si recupera la santidad. Las personas de Dios que recuperan la santidad, siguen viviendo en este mundo pero, no son arrastrados por él. Más bien, viven sus vidas intentando santificar este mundo. Para el cristiano, este mundo no es un objeto para ser excluido, sino un objeto para ser conquistado.
La santidad es el arma que todos los creyentes tienen. Necesitamos la santidad para purificar este mundo. Como cuando Dios ordenó al pueblo de Israel que lave su ropa y se arme de santidad, hoy en día Dios también nos pide que pasemos por el mismo proceso de llegar a ser santos, como Él es santo.
Dios desea que Sus hijos sean pueblo santo. Dios les guarde.