Edicion mayo 23, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA
UNA VIDA QUE AMA LA CRUZ
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Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
Pastor ICBF Riohacha – Robinson Mejía Iguarán

14. “Pero lejos este de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo”.

Gálatas 6.

La cruz de Jesús debiera ser nuestro único motivo de jactancia. La palabra de la cruz es tropezadero para los judíos y locura para los gentiles, pero es poder y sabiduría de Dios para todos los que hemos recibido salvación. Los falsos maestros imponían a los creyentes gentiles la circuncisión, predicando un evangelio falso, diciendo que, sin circuncisión, no hay salvación.

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Los que se glorían en su carne determinan la salvación de una persona según si ha sido circuncidado o no. Pero Pablo dice que de nada se gloriará si no es por la cruz de Jesucristo, y confiesa que él ha sido crucificado para él y para el mundo. Si hemos muerto para el mundo, lo único que nos importará es la cruz de Cristo.

No hay nada más importante para los creyentes que hemos sido redimidos y regenerados en el espíritu, saber que ahora somos una nueva criatura en Cristo. A esto se refiere también en 2 Corintios 5:17. Pablo explica la salvación del creyente no solo como una simple regeneración, sino que utiliza un concepto más universal y amplio como es una nueva criatura.

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No solo hemos sido salvos para cambiar en el área personal, sino también en una dimensión universal. En otras palabras, somos una nueva criatura según el nuevo plan creacional de Dios, un nuevo ser con una nueva manera de entablar relación con el prójimo, con el mundo y con la creación. Todo creyente que vive bajo este nuevo principio creacional goza de la paz, misericordia y gracia de Cristo.

La verdad del evangelio es que circuncidarnos y obedecer la Ley no nos hace justos, sino que solo la fe puede justificarnos. La naturaleza pecaminosa del hombre prioriza el deseo de recibir el reconocimiento de Dios a través de las acciones. Quien experimenta una vida de fe como esta, podrá tener esfuerzo religioso, pero carece de la cruz de Jesucristo.

Si nos presentamos delante de Dios por medio de nuestras obras, obstruimos la cruz; por el contrario, si lo hacemos con fe, veremos la cruz. A pesar de que los judaizantes alardeaban de su rasgo físico de la circuncisión, Pablo se jactaba de las “marcas de Jesús” que tenía en su vida. Así, las marcas del sufrimiento que vivimos a causa de Jesús indica que somos verdaderos cristianos.

El verdadero cristiano confiesa que Jesucristo es su Salvador y se jacta del poder de la cruz. Dios les guarde.

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