Edicion abril 23, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

Un Domingo de Resurrección: Álvaro Romero y Juan Gámez casi se van a los puñetazos limpios

Imagen de Jesús resucitado
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Porque le cambiaron la marcha musical a la imagen de Jesús Resucitado.

Columnista - Marcos Antonio Barros Pinedo
Columnista – Marcos Antonio Barros Pinedo

Ayer, Domingo de Resurrección, con una misa campal en la calle Siete con carrera Siete, terminó la Semana Santa en el Distrito de Riohacha. La asistencia fue multitudinaria y, de manera espectacular, el pueblo riohachero una vez más refrendó la fe en Jesucristo Redentor de la humanidad. Le correspondió su organización al obispo Francisco Ceballos Escobar y a los sacerdotes de la Diócesis de la capital del departamento de La Guajira.

Pero qué importante es recordar lo que sucedió en el final de la Semana Santa de hace más de 40 años, en la tierra del almirante José Prudencio Padilla.

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Un buen número de personas, entre hombres y mujeres, desde las 4:00 de la mañana fueron partícipes de la Santa Misa en la Catedral Nuestra Señora de los Remedios, oficiada por el cura párroco y de nacionalidad italiana, Tarsicio de Ripacorbaria.

Después de la bendición del fuego y los actos litúrgicos, los feligreses esperaban la procesión de la imagen de Jesucristo Resucitado, que debía salir de la Catedral para encontrarse con la imagen de la Virgen María.

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El propósito era que se hiciera la tradicional cortesía con las dos imágenes, en la calle Tercera con carrera Sexta, esquina.

Lo que sorprendió a los feligreses a las cinco de la mañana fue que se presentó un tremendo frío producido por el nordeste, proveniente del mar Caribe. También las olas se pusieron embravecidas y las palmeras de los cocoteros estaban al vaivén de los fuertes vientos, con perfil huracanado. Sin embargo, la gente se manifestaba tranquila.

Alvaro Romero Effer
Alvaro Romero Effer

De repente, un feligrés de más de 50 años llegó corriendo y desesperado desde la calle de La Marina a la Catedral Nuestra Señora de los Remedios, pidiendo misericordia a Dios con fuerte voz, porque las olas del mar Caribe estaban furiosas, las palmeras de los cocoteros se movían incesantemente al vaivén de la fuerte brisa marina y el frío era casi insoportable y como de ultratumba. Todo esto sería en el sentido de que algo sobrenatural estaba sucediendo.

Ante esta situación, el padre Tarsicio de Ripacorbaria tomó la decisión de no sacar la imagen del Cristo Resucitado, pero los feligreses no estuvieron de acuerdo y le pidieron al sacerdote italiano que reconsiderara su determinación, quien aceptó tal solicitud.

Pero, cuando la imagen de Jesucristo Resucitado salió de la Catedral, cargada por Eduardo “Báculo” Arredondo y “Tabaco” Obediente en la parte delantera; Leonelo Arredondo y Charles Robles Zambrano en la parte de atrás, la sorpresa para los católicos que asistían a la procesión fue que la banda de músicos le cambió la marcha a la imagen del Resucitado, que tiene una tradición de más de cien años.

El abogado riohachero Álvaro Romero Effer fue el primero en protestar por el cambio de la marcha. La gente respaldó la actitud de Romero Effer.

Juan Gamez
Juan Gamez

Fue entonces cuando el abogado, de manera enérgica y en medio del tremendo frío, le dijo al director de la banda de músicos, Juan Gámez:

—Por favor, toque la tradicional marcha del Resucitado. Esa marcha que suena no es la tradicional de esta imagen sagrada.

A lo que el aludido respondió:

—Álvaro, usted manda en la Iglesia, y en mi banda de músicos mando yo.

Cuando la banda reanudó la marcha inaceptable para Álvaro Romero Effer y los cientos de feligreses, la imagen del Cristo Resucitado se le puso mucho más pesada a las cuatro personas que la cargaban.

Nuevamente, casi fuera de sus casillas, Álvaro Romero Effer ordenó parar la procesión y le repitió a Juan Gámez que le tocara la marcha tradicional a la imagen, porque si no lo hacía, los que la cargaban no darían un paso más.

Juan Gámez le respondió de la misma manera:

—Usted manda en la Iglesia, pero en mi banda de músicos mando yo.

Lo que originó que tanto Juan como Álvaro se desafiaran. Juan tiró la trompeta contra el piso para darse puñetazos con Álvaro.

Ante esta difícil situación, le correspondió a los feligreses tomar partido y se fueron en contra de Juan Gámez, y le dijeron:

—Si insistes en que la banda de músicos no le toque la tradicional marcha a la imagen de Jesucristo Resucitado, la procesión no continúa.

Cuando Juan Gámez vio que la cosa era en serio, dijo:

—Definitivamente, Álvaro Romero Effer me ganó la partida.

Y le reiteró a sus músicos:

—Muchachos, toquemos la tradicional marcha a la imagen de Jesucristo Resucitado.

Imagen de Jesús resucitado
Imagen de Jesús resucitado

Apenas comenzó la marcha tradicional, el peso de la imagen de Jesucristo Resucitado regresó a su normalidad, tal como lo manifestaron los cuatro cargadores. El fuerte frío desapareció, las embravecidas olas del mar Caribe se calmaron y las palmeras con sus cocoteros también dejaron de moverse fuertemente al vaivén de la brisa marina.

La procesión y la cortesía de las imágenes del Cristo Resucitado y la Virgen María se realizó con éxito en la calle Tercera con carrera Sexta, y el fuerte aplauso de los feligreses católicos, tanto hombres como mujeres, no se hizo esperar.

Lo más importante de esta crónica es que, una vez finalizada la procesión de las imágenes de Jesucristo Resucitado y de la Virgen María, en el atrio de la Catedral Nuestra Señora de los Remedios, Álvaro Romero Effer y Juan Gámez se dieron un fuerte abrazo por petición del sacerdote Tarsicio de Ripacorbaria. Nuevamente, los cientos de feligreses aplaudieron de manera casi interminable.

Un abrazo de dos hombres ejemplares y de grata recordación para los riohacheros.

Hoy, 21 de abril, y cuando han pasado más de cuatro décadas, se recuerda este enfrentamiento verbal entre el prestigioso abogado Álvaro Romero Effer, quien en su juventud fue seminarista y hasta la hora de su muerte perteneció a la Iglesia Católica de Riohacha; y Juan Gámez, quien fue un excelente músico, un buen padre y líder de una dinastía musical que todavía existe con sus hijos, hijas y su familia en el hoy Distrito de Riohacha.

¡Cómo se pasa de rápido el tiempo!

¡Qué importante es recordar!

¡Y… pare de contar!

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