

Dilia Rosa Gnecco Pimienta; orgullosa y altiva. Sacaba pecho por su apellido y lo que significaba vivir en la emblemática calle ancha en Riohacha. Ese privilegio no era para cualquier “Pelafustán”; una riohachera raizal; que se llevó con ella a su tierra natal y mentalmente se estancó en sus pensamientos, casi que congelándolos. Ella sólo despertaba y aceptaba que su pueblito lindo no era la misma “Comarca en donde nació y creció porque a su Riohacha del alma se estaba perdiendo; y le caía la nostalgia: “Mavis no veo la Riohacha en donde nací y crecí me decía”. Y en el año 1998 escribió para su sección El Archivo Histórico: “Las Nostalgias de Dilia Rosa”.
En esa Riohacha que Dilia Rosa soñó e idealizó por siempre, desaparecieron los arenales que tanto caminó; se está perdiendo el patrimonio histórico que conforman las casitas de techo de zinc y sus ventanas pequeñas en madera pintadas casi todas de marrón; desaparecieron los árboles de Joaquín y Matarratón; los compadres ya no son como los de antes y nadie pregunta por “las madrinas”, que constituían otra mamá y era obligatorio visitarlas los domingos después de ir a misa. Y a los padrinos ya no le interesa saber qué es de lo ahijados. Se perdió en la memoria de muchos riohacheros los pregones de las cuatro de la madrugada de Apolinar González; desapareció el muchacho que vendía plátanos horneados con queso a los doce del día por el centro de Riohacha; se acabaron las memorables mojaderas de Mariana Gómez; los Diablitos, las Mascaritas, los Macos, los Negritos, las Animas, los Capuchones, el Gallinazo, se nos fue Francisco Jota Brito, como no extrañar los gritos de Vaneguita en las noches de Carnaval. Y sigue Yiya extrañando al maestro de maestros… el profesor Papayí, quien cuenta en homenaje a su legado con su propio callejón en la calle ancha; muchos riohacheros aún buscan la figura del maestro Enriquito y la escuela Complementaria; tampoco existe el Colegio de Milla; ni el de la Niña Celia; tampoco la escuela de Chinta, no existen los Internados de la Divina Pastora y la Sagrada Familia. Aún duele que a el mosaico de la Catedral Nuestra Señora de los remedios, le quitaron los nombres de los distinguidos difuntos riohacheros; continúa intacta en la mente de muchos nacidos en éste emblemático pueblo el sonido de la matraca en semana santa; el eco y la arrogancia elegante del Padre Yeyo, el sermón de las siete palabras y solo los veteranos raizales usan el vestido de paño inglés en las festividades de la “Vieja Mello”, con su clásico olor a naftalina. Claro que Riohacha cambió. Y es cuando surgen preguntas básicas entre los adultos mayores riohacheros: Por Chema Ubert, ¿quién inyecta? ¿Qué se hizo el Ajiaco de Tortuga? ¿Los dulces Laverde que se hicieron? ¿Y bueno y los dulces de Chicopopo? ¿Dónde está Lolo y Meche la Loca? Cuánta falta hace Pate y el Quemaito. ¿Dónde está Celia Pundún y el Siete Gato?
Muchas veces deseo saborear un pepermín, un pepirito o un pirulí. De pronto Yiya cae en cuenta que, al llegar a la Calle Ancha, ya no existe la Farmacia del pueblo de Don Alberto Ricciulli Gómez, ni la tropical de Marcos Rosado. No ve a Sangané pidiendo limosnas; no está la venta de comida de Charito Romero; tampoco está María la Chiquita, ni Beba choles con sus ventas de tomates y verduras. Y cae en un sollozo nostálgico y me dice. Mavis quiero respirar porque sino me ahogo. Meses después volvió a colocarse nostálgicas, pero son más recuerdos que igual en otra ocasión también los recordaré.
En la ciudad de los mares; el julepe hace parte del show, alguna ofensa o un reclamo, un suceso, lo inesperado, lo boom y el chisme es referencial en esta ciudad: El mejor vividero del mundo. Y una de sus grandes hijas DILIA ROSA GNECCO PIMIENTA DE DAZA; pues conformó un hogar con Álvaro Daza un sanjuanero con el corazón enterrado en Riohacha, tuvieron tres hijos: Carmen Milena, Álvaro Rafael y José Jaime “Los mellos”.

Ella, la primera mujer que habló por un micrófono desde la Casa Azul el negocio de Leónidas Ocando el padre de la Radio Difusión en Riohacha. Yiya; como le decíamos cariñosamente, una joven inquieta comenzó a hacer propaganda de todos los negocios en el comercio de la época, nos dejó hace cuatro años; cuando nos sorprendió su partida un 02 enero del 2021. Cuatro años si la presidenta de la Asociación Colombiana de Periodistas Seccional Guajira.
Su obra quedó plasmada en el libro escrito en conjunto con el abogado y periodista, empresario y hoy Gerente de Telecaribe Ismael Fernández Gámez: Historia de la Radio Difusión en La Guajira; publicado en el 2002, hace 23 años




Trabajamos por dos años ininterrumpidos por radio Delfín cuando estuvimos al aire con la Radio Revista de Dos horas: ECOS EL MAGAZIN, en cuyo formato contamos con recordadas secciones como: el Archivo Histórico en donde Dilia Rosa narraba precisamente los recuerdos y sucesos de su tierra – Un Tinto con – llegaron las Mujeres y Atrévete a 60 minutos de Ráfaga. Este espacio contó con el aval y la anuencia del propietario de esa casa radial conservadora el Patriarca Rodrigo Dangond Lacouture.

Inolvidables y bellos recuerdos al lado de esta maestra, toda a una dama. Una riohachera de esas que no se cuecen todos los días.

Yiya amiga te quedaste por siempre en mi corazón.