
1. Jehová había dicho a Abram: “Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
2. Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición”.
Génesis 12.
El llamado de Dios requiere de la renuncia total de nuestra parte. Mientras Abram permaneciera en Harán, no podría resolver el problema de esterilidad. Si bien el apartarse de su pueblo natal, de su casa y parentela implica renunciar a un ambiente seguro, el ir a un lugar desconocido también inspira nuevas esperanzas. La bendición prometida a Abram era propia de los reyes, y revela el propósito original de Dios al crear al hombre.
Sólo los que confían en Dios pueden responder afirmativamente a Su llamado. Abram deja el lugar seguro para empezar a vivir como nómada. Sin una fe y convicción absolutas, es imposible dar pasos firmes hacia un futuro inseguro. El éxodo de Abram constituye una sombra del éxodo egipcio. Su familia acompaña a Abram en el peregrinaje, pues, es una verdadera familia de fe.

Abram tiene un encuentro con Dios en Siquem, en tierra de Canaán. Allí Dios le promete entregarle toda la tierra de Canaán. En realidad, el beneficiario directo no sería Abram, sino su descendencia. Abram edifica un altar e invoca el nombre de Jehová, como un acto de gratitud por las promesas recibidas y como un acto de fe, confesando la soberanía de Dios. Abram recorre la tierra prometida de sur a norte, como un acto simbólico de la conquista de Canaán de parte del pueblo de Israel, y de la adoración de este pueblo a Dios.
Cuando Dios le dice a Abram serás bendición (v. 2), expresa Su profundo anhelo y voluntad de llevarlo hacia el tiempo y lugar de la bendición, sin importar la situación actual. Dios permitió que Jesús, quien salvaría a toda la humanidad, viniera de la descendencia de Abraham, como lo había prometido.
La postura que necesitamos, ante la promesa de Dios, es de fe y obediencia, confiando plenamente en Él. Al fin de cuentas, no era fácil abandonar el lugar donde uno nació y creció, y el lugar de sus padres y parientes. Pero, cuando le rendimos a Dios el cariño a la familia, la vida cómoda, el temor de un futuro incierto, y obedecemos Su Palabra, entonces, las bendiciones que Dios derramó sobre la vida de Abraham, caerán en las nuestras de la misma manera.
Dios le dice a Abram que él será bendición y comienza una nueva historia de la salvación de la humanidad por medio de él. Dios les guarde.






