Edicion diciembre 31, 2025

Salario mínimo vital en Colombia: entre la dignidad social, económica y el cálculo político

Salario mínimo vital en Colombia: entre la dignidad social, económica y el cálculo político
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Como economista y docente de la Universidad de la Guajira, observo el debate sobre el aumento del salario mínimo, denominado “salario vital” con una doble responsabilidad: la rigurosidad técnica y la sensibilidad social con un enfoque político, especialmente en territorios históricamente rezagados como el nuestro.

El concepto de salario vital es, en esencia correcto. Un ingreso laboral debería permitir una vida digna de las personas y sus familias, cumpliendo las garantías de los derechos fundamentales. En regiones con altos niveles de pobreza estructural, informalidad y vulnerabilidad -como La Guajira- esta discusión no es ideológica: es existencial.

Desde lo social,una señal necesaria, el aumento vital envía un mensaje fuerte: el trabajo debe recuperar poder adquisitivo, el ajuste puede aliviar en el corto plazo la presión de los hogares que viven al límite. En La Guajira, donde el ingreso laboral suele sostener familias extensas, cualquier mejora nominal (en pesos) tiene un impacto inmediato para cubrir gastos esenciales.

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Desde lo económico, riesgos reales, especialmente en la periferia. Un aumento que supera con amplitud la inflación y la productividad eleva los costos laborales en un país donde más del 56 % del empleo es informal según fuentes del Banco de la República, 2023. En departamentos periféricos con tejidos empresariales débiles y predominio de micros y medianas empresas el riesgo es: menos contratación formal y más informalidad.

Desde el calculo político,no hay que ignorar el contexto electoral del 2026. Los grandes anuncios de políticas redistributivas suelen intensificarse en la antesala de elecciones. El aumento del salario tiene un alto impacto simbólico: es visible, inmediato y fácil de comunicar. Desde esta óptica, la estrategia del gobierno busca consolidar su base social y dejar un legado discursivo en “defensa del trabajador”.

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En conclusión, el aumento del salario mínimo en Colombia es socialmente defendible, económicamente riesgoso si se aplica de forma aislada y políticamente estratégico. Como economista y docente, considero que no basta con subir el salario, hay que construir las condiciones para que ese salario sea pagable, sostenible y generador de más empleo. Un salario vital no puede sostenerse en una economía débil. Sin productividad no hay salario digno sostenible.  La verdadera dignidad del trabajo no solo se decreta, se construye.

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