Desde niño en Chimichagua, tierra de pescadores, soñó con ser futbolista para tener la capacidad de driblar adversarios y que el esférico pudiera escurrirse dentro del arco para cantar el anhelado gol
Dar un salto largo desde Chimichagua, la tierra de La Piragua, donde los abuelos se la pasaban contando historias nacidas en ese pueblo que nunca se puede olvidar, hasta llegar a la República de Albania, sudeste de Europa, es toda una hazaña.
Cuando Rafael Enrique Villarreal Correa nació en Chimichagua, Cesar, la tarde del domingo 23 de mayo de 1999, hace 24 años, sus padres Wilman Enrique Villarreal Cadena e Iveth Correa Toloza nunca pensaron que iba a llegar lejos y menos estando detrás de un balón.
Desde que fue creciendo siempre se inclinó por el fútbol, siendo el balón su mayor deleite. Todo se inició en su tierra desde los 12 años en el equipo de Michel Castañéz; después pasó a Valledupar al Club Deportivo Futuras Estrellas que dirige el profesor Edier Gallego.
Con el paso del tiempo hizo un periplo por equipos de Bogotá, España, Paraguay, México y ahora en Tirana, capital de la República de Albania de la mano de su representante, el médico Stiven Fernando Mora Franco. Este contacto lo hizo el abogado y paisano Cesar Bacca Zambrano.
Precisamente al firmar contrato el pasado 24 de septiembre con el equipo KF Iliria, recibió la más cordial bienvenida. KF Iliria se complace en informar a los aficionados y la opinión deportiva que ha llegado a un acuerdo con el delantero colombiano Rafael Villarreal, para firmar con nuestro club las próximas dos temporadas. Villarreal es visto como un enfoque de exceso de calidad para nuestro equipo. Le damos la bienvenida y le deseamos éxito en el logro de objetivos comunes”.
“Estoy contento con el recibimiento. El periodo de adaptación ha sido muy complejo, pero gracias a los directivos, cuerpo técnico y compañeros he salido adelante hasta llegar a jugar y anotar el primer gol. Con el favor de Dios todo saldrá bien”, indicó Rafael Villarreal.
Alegrías futboleras
Es una inmensa alegría para este futbolista quien con perseverancia pudo salir adelante en su propósito de inflar redes para cantar victoria en cualquier lugar del mundo. Él cuya estatura es de 1.88 metros, se define como un delantero tranquilo, dedicado y disciplinado que llegó a contribuir con el éxito de su nuevo equipo, cuya sede es Tirana, centro económico, político y cultural de ese país. “Es una ciudad grande, organizada y demasiado hermosa”, indicó Rafael.
Precisamente, en su segundo partido anotó el primer gol (qëllimi, en Albanés) y en su debut puso una asistencia. Allá se siente cómodo a pesar del cambio brusco, especialmente con el idioma. Resaltó que el fútbol en ese país tiene buen nivel y entre sus compañeros están un holandés, un brasilero y un portugués.
El cambio ha sido grande porque Chimichagua, cuenta en su cabecera municipal con 35 mil habitantes, en cambio Tirana tiene 800 mil. Además, de la diferencia horaria de siete horas, está el manejo del idioma Albanés, para lo cual él tiene un traductor.
Estos dos territorios son bañados por agua. Chimichagua por la ciénaga de Zapatosa, cuya extensión es de 50 mil hectáreas. Por su parte Tirana, posee una línea de costa en dos mares: Adriático y Jónico. En ese país se escucha la ópera, en cambio en Chimichagua la tambora, donde un juglar llamado Heriberto Pretel Medina, compuso y cantó en el año 1923 ‘La candela viva’, dando a conocer que el fuego casi acaba con el pueblo.
Rafael Villarreal, allá se embriaga de recuerdos y de esperanzas. También añora esos cantos vallenatos de su tierra sagrada que un día lo vió nacer. De igual manera, es un convencido de quién nace en Chimichagua, Dios le multiplica las bendiciones.
De Tirana a Chimichagua, hay exactamente 9.624 kilómetros, así lo indica Google. En este sentido, muy bien hubiera podido decirlo Manuel Zambrano Amaris, economista, locutor, periodista y cronista del pueblo, quien se la sabía todas. “Compadre, eso queda más allá de la Conchinchina”.
Llegó lejos
“A Rafael desde niño le gustó el fútbol recibiendo nuestro apoyo. No quería más nada sino jugar y jugar. La primaria la estudió en la institución educativa La Inmaculada de Chimichagua y el bachillerato en el colegio José Eugenio Martínez de Valledupar. Allá alternaba sus estudios con el fútbol”, contó su mamá Iveth Correa.
Enseguida resaltó sus logros. “Ha llegado lejos por su disciplina y amor a lo que hace. Es un ejemplo y orgullo para nuestra tierra Chimichagua, donde lo admiran y no se cansan de felicitarlo. Precisamente, en el mes de diciembre del año pasado le hicieron un gran recibimiento con vallenato y tambora”.
El balón sigue rodando en tierras lejanas teniendo como principal protagonista a Rafael Enrique Villarreal Correa, el cual en su equipo KF Iliria luce la camiseta color azul con el número 7. Ese jugador con capacidad y esfuerzo ha sabido ganarse la titular, pero claro que en Tirana no podrá sacar a relucir la jerga chimichagüera cuando no le guste algo: “Eche juá, vacío”, porque el traductor quedará fuera de lugar y no lo salvará ni el VAR.