Al sur de La Guajira, luego de pasar Barrancón, cruzando a mano derecha, está la entrada a Campo Alegre, una comunidad que escucha y guía su andar basada en los consejos del abuelo y autoridad tradicional, Alfonso Pushaina.
Tres generaciones atrás, Alfonso Pushaina y su hermano, Gaitán Pushaina, descubrieron esta zona. Fueron los primeros en llegar y, junto a sus esposas, dieron inicio a un árbol genealógico que hoy se compone de veintisiete familias. Cada una con sus particularidades, características, formas distintas de ser y personalidades diversas.
En Campo Alegre reina la unidad y la buena relación que tienen sus miembros, afima Yennis Solano: “Yo diría que mi gente es bien y que llevamos una buena relación. Mi sobrino, que es el cabildo de la comunidad, todo lo hace en unión, informa bien, nos damos cuenta de la gestión que se hace. Lo que hace única a la comunidad es eso, la unión, porque estamos al tanto de todo y estamos al día con la información y dispuestos a que todo se cumpla”.
Para la comunidad, los consejos del abuelo Alfonso son mandamientos de vida y rigen cada paso y actuar de sus habitantes. Los imparte en las caminatas a la sierra con sus nietos y miembros de la comunidad, cuando los llevaba a trabajar en la siembra de mango, guineo, aguacate, o cuando lo visitan en su casa. No hay oportunidad en la que gane el silencio, siempre hay un consejo que dar, siempre hay un consejo que recibir. Álvaro Pushaina, cabildo gobernador de Campo Alegre, nos comparte cuatro ‘siempres’ para la vida, de los que ha aprendido de su abuelo:
“Consejo 1: Siempre seamos ayuda para los demás. Ayudar a quien nos necesita porque en el camino no sabemos más adelante qué nos pueda tropezar. Consejo 2: Siempre ser amables con nuestro vecinos, ayudar y colaborar en todo lo que podamos. Consejo 3: Siempre llevar por delante el valor del respeto por los demás. Consejo 4: Siempre trabajar honradamente, no tomar cosas ajenas”.
Y este último, los hombres y mujeres de la comunidad lo han interiorizado muy bien. Las mujeres con el tejer de chinchorros, mantas, mochilas. Los hombres, algunos son empleados, otros en el limpiar el monte, el pastoreo, la siembra de maíz, ahuyama, patilla, yuca, papaya, níspero, mango, o la cría de gallinas, bovinos y caprinos.
El cabildo también nos cuenta cómo se ve la comunidad a futuro: “En unos años, la comunidad de Campo Alegre, siguiendo el querer y hacer, sueña con fortalecerse más, organizarse, robustecer el tema de salud, educación. Instruir a nuestros jóvenes para que ellos sean las herramientas que necesitamos aquí y a futuro no tener que traer a un profesional de afuera porque Campo Alegre tiene ingenieros, arquitectos, ambientales, abogados, enfermeras, médicos. Llevando todo unidamente, como decía mi tía, eso es lo que nosotros queremos”.
De estos sueños algunos ya han iniciado su proceso. En temas de salud, recientemente, fueron beneficiados del programa de Atención Primaria en Salud en el que se les atendió en una jornada con especialidades como pediatría, medicina familiar, ginecología, dermatología, entre otras, y la formación de promotoras de salud de la misma comunidad. En temas de organización de la comunidad, ya cuentan con una vía de acceso de 1.288 metros de largo y 3.9 metros de ancho. Y, con respecto a la educación, se avanza en la construcción de un aula de informática que contribuirá a lograr el sueño de tener profesionales en un futuro. Todos estos proyectos de la mano de Cerrejón.
En Campo Alegre, Alfonso Pushaina aún sigue hablando a su descendencia de esos mandamientos que hoy en día los mantiene y por los que dan gracias a Dios. En este lugar la mayoría de la comunidad guía su andar con los consejos del abuelo.