9. Jesús les salió al encuentro, diciendo: “¡Salve!”. Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y lo adoraron.
10. Entonces Jesús les dijo: “No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.
Mateo 28.
El punto central del evangelio se encuentra en la muerte y resurrección de Cristo. Al amanecer del primer día de la semana, fueron las mujeres a ver el sepulcro. Ellas deseaban ver el cuerpo de Jesús, pero sintieron un gran terremoto, y para su asombro, “un ángel del Señor descendió del cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella”.
La aparición del ángel causó gran temor a los guardias y “se quedaron como muertos”. El ángel tranquilizó a las mujeres y les mostró el sepulcro vacío. Les mandó avisar a los discípulos que verían a Jesús en Galilea. Los discípulos habían aseverado seguir al Maestro hasta en la muerte, pero lo abandonaron. Las mujeres lo siguieron hasta el sepulcro y fueron los primeros testigos de la resurrección de Jesús.
Los que se consagran con humildad reciben la gracia de encontrarse con Jesús. Luego de hablar con el ángel, las mujeres, “saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos”. Los guardias también fueron testigos de la resurrección de Jesús, pero el gran gozo de ellas contrasta con el gran temor que estos sintieron hasta “quedar como muertos”.
Ellas corrían a dar las buenas nuevas. Jesús les sale al encuentro y dice: “Id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán”. Aunque Sus discípulos huyeron y lo abandonaron, Jesús los llama “mis hermanos” con profundo amor por ellos. Las mujeres, primeras en encontrarse con Jesús resucitado, anunciaron las buenas nuevas a Sus discípulos y gozaron del privilegio de anunciar el mensaje de Cristo.
La frase: La ciencia y tecnología le dan libertad al hombre representa la mentalidad de las personas de hoy. Pero la ciencia y tecnología no han podido aún descubrir el secreto de la vida y es algo lejano poder controlar la vida para superar la muerte. Aunque nos esforcemos, no podemos librarnos de la muerte por el pecado. Por eso, la noticia de que, después de morir en la cruz, Jesucristo resucitó y venció por completo a la muerte, es asombrosa. Después que Jesús había muerto y resucitado, Pablo se encontró con Él en Damasco; y luego confesó: “¿Dónde, sepulcro, tu victoria?” (1 Co. 15:55). Su declaración manifiesta haber superado la muerte en Jesucristo. El hecho es que la resurrección de Jesús venció a la muerte.
Las mujeres que visitaron el sepulcro, experimentaron la gloria de tener el encuentro con el Señor resucitado y recibieron el mandato de dar la noticia a los hermanos. Los que han experimentado la resurrección espiritual, por la cruz de Jesús, tienen el llamado urgente de propagar esta buena noticia. Debemos vivir transmitiendo el gozo de ser libres del poder del pecado y el gozo de la resurrección a los demás.
La resurrección de Jesús es una noticia de gran gozo para toda la humanidad. Dios les guarde.
