LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
4. “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran”. Hechos 2.
El Pentecostés es celebrado 50 días después de la Pascua, y diez días después de la ascensión de Jesús. El Espíritu Santo descendió sobre 120 discípulos en el Pentecostés. Esta fiesta solemne marca el inicio de la cosecha de la cebada, y ofrece la primera cosecha como ofrenda a Dios. Por tanto, el advenimiento del Espíritu Santo en este preciso día coincide con el inicio de la cosecha espiritual de la iglesia.
Las señales que acompañan al Espíritu Santo como un viento recio y lenguas repartidas como de fuego; son propios de la aparición divina. Además, los discípulos comienzan a hablar en otras lenguas; es decir, que el evangelio será predicado a otras naciones. Así se cumple la promesa de ser testigos de Jesús cuando haya venido sobre ellos el Espíritu Santo.
Los judíos que estaban dispersos en todo el mundo acuden a la ciudad de Jerusalén con el fin de celebrar la Pascua. Los versículos 9 al 11 de Hechos 2 mencionan las naciones de las cuales vienen los judíos. Ellos se quedan atónitos al oír a los discípulos hablar en sus propios idiomas. Esto nos recuerda lo que sucedió con la torre de Babel, cuando Dios confundió las lenguas (Gn. 11:1-9).
El advenimiento del Espíritu Santo y la restauración de los idiomas son evidencias de la desaparición de la ira de Dios. Con los idiomas restaurados, los hombres formarán parte del reino de Dios, una nueva comunidad cuyo núcleo es Jesús. Se trata de una sombra de una gran multitud de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas (Ap. 7:9) que adorará a Dios.
El Espíritu Santo llegó a los discípulos que habían creído en la promesa y esperaron. Así, comenzaron a predicar el evangelio en distintos idiomas y muchas personas escucharon sobre las grandes obras de Dios. Esta es la consumación de la promesa del Señor que dijo: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8). El Espíritu Santo que llegó el día de Pentecostés aún está con nosotros.
Por eso, quien se arrepienta de acuerdo con la Palabra, crea en Jesucristo y lo obedezca, recibirá el regalo del Espíritu Santo. Debemos pedir la llenura del Espíritu Santo porque es imposible predicar el evangelio con nuestra propia fuerza y porque esta es la razón por la que Dios nos dio el Espíritu. El Espíritu Santo llegó el día de Pentecostés y aún permanece entre nosotros. Dios les guarde.