
25. “Cualquiera que coma grasa de animal del que se ofrece a Jehová ofrenda quemada, la persona que la coma será eliminada de su pueblo”.
27. “La persona que coma cualquier clase de sangre, será eliminada de su pueblo”.
Levítico 7.
Para disfrutar de algún privilegio, debemos cumplir con los requisitos establecidos. El sacrificio de paz consistía en tortas sin levadura amasadas con aceite, hojaldres sin levadura untadas con aceite y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. Parte de esto era ofrenda elevada y la otra parte, porción del sacerdote. El sacrificio de paz en acción de gracias se debía comer en el día que fuera ofrecido; pero, si se realizaba para hacer un voto o de manera voluntaria, podía consumirse hasta el día siguiente.
Sin embargo, lo que quedara de la carne hasta el tercer día tenía que ser quemado, para que el adorador compartiera con los pobres. El que comiera del sacrificio de paz estando inmundo, era cortado de su pueblo. Antes de ver los privilegios, debemos preguntarnos si estamos preparados interna y externamente para disfrutar de ellos.

Dios estableció estatutos en los que prohibía comer la grasa y la sangre. No se podía comer la grasa del buey, del cordero o de la cabra, porque era consagrada para Dios. Si bien podían disponer para cualquier otro uso la grosura del animal despedazado por fieras o por muerte natural, no se la podían comer. Lo mismo aplicaba para la sangre del animal, porque la vida está en la sangre, por lo que se constituía en el medio para la expiación de los pecados del pueblo.
Por esa misma razón, Dios hace una advertencia respecto a la gravedad de comer la sangre o la grosura del animal, diciendo que, aquel que lo haga, debe ser cortado del pueblo. No debemos usar la libertad como ocasión para la carne. Podemos alcanzar santidad cuando dejamos de seguir las pasiones carnales y aprendemos a tener templanza.
La santidad es la esencia de Dios y el estilo de vida que le ordenó a Su pueblo. Asimismo, le ordenó que participaran con santidad de la comida que se compartía de la ofrenda. La santidad es reconocer al Creador como el Soberano sobre todas las cosas. Una vida en santidad comienza por obedecer la Palabra de Dios, así nos guste o no, ya que la santidad es el punto donde nos encontramos con Él. La santidad glorifica a Dios y nos concede a nosotros un gran privilegio.
El pueblo de Dios debe buscar la santidad siguiendo la de Dios. Dios les guarde.