LA INTERPRETACIÓN ES MAYOR QUE EL SUEÑO
5. “Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros”. Génesis 45.
José es humano. Fue difícil olvidar el dolor y sufrimiento que padeció por largos años. Pero, él tiene la característica, como pocos, de ver las cosas desde la perspectiva de Dios. Al oír las palabras de Judá, confirma que sus hermanos han cambiado y les revela su identidad. Sin poder controlar su emoción, ”se echa a llorar a gritos” (Gn. 45:2) ante ellos, quienes no saben como reaccionar.
Quizás estén llenos de temor, pues recuerdan bien el pecado que cometieron en el pasado. No así José. Él ha interpretado los eventos pasados, sin ira ni deseos de vengarse sino, como la voluntad de Dios. Tiene la convicción de que Dios lo envió a Egipto para cumplir Su plan de salvación. Los cristianos debemos vivir conforme a la voluntad de Dios y ver las cosas desde Su perspectiva.
El pueblo de Dios puede pasar pruebas, pero nunca pierde la esperanza. En la sequía, Dios ha diseñado un plan de salvación para la familia de Jacob. José declara que todo ha sido dirigido por Dios.
El haber sido vendido como esclavo a Egipto, haber sido nombrado gobernador, todo es parte de la salvación de Dios. José anhela salvar a su padre y a toda su familia de la hambruna. Envía a sus hermanos a traer a su padre Jacob para que moren en Gosén. Así como Dios planificó salvarlos desde tiempos atrás, José había designado Gosén como lugar de morada para su familia. La salvación de Dios es real y concreta.
José podría haber castigado a sus hermanos, quienes lo arrojaron al pozo de la muerte, con ira y maldición; pero no se deja atrapar por sentimientos de venganza. Él había aprendido a interpretar su vida y el mundo que lo rodeaba, desde la perspectiva de Dios. José había entendido que el haber sido vendido como esclavo a Egipto, había sido la providencia de Dios, y cumplió la función de ministro, con el conocimiento del mayordomo que fue enviado para el plan de salvación de Dios.
José no era siervo del hombre que confiaba en las personas, ni era un siervo mundano que dependía del dinero y el poder. Él era el ”siervo de Dios” que sólo tenía como dueño de su vida a Dios y dependía de Él. El mundo se somete a la persona que se somete a Dios. La llave de la victoria depende de que interpretemos los eventos de la vida desde la perspectiva de Dios. Dios les guarde.