Edicion noviembre 24, 2024
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

LA HOJARASCA POLÍTICA DE LA GUAJIRA

Columnista - Arcesio Romero Pérez

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Columnista – Arcesio Romero Pérez

La política en La Guajira se parece a la hojarasca “garciamarquiana” que invadió a Macondo de pesares y tristezas. Tal como en la primera novela del nobel colombiano, la política en nuestro departamento cíclicamente envuelve a los ciudadanos con los rastrojos y la sequía de lo inverosímil y lo remoto. Durante los periodos electorales, la efervescencia y las emociones se esparcen sobre los pueblos del norte y del sur de la península para dejar, tras los abrazos y besos, los escombros y desperdicios que danzan al compás de la tormenta polvorienta. Y así aparecen, confundidos en la hojarasca de propuestas, vallas, murales y perifoneo, personajes revestidos con la nerviación propia de la resequedad y la mezquina muerte que retuerce las hojas de los arboles del talado bosque de las esperanzas.

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Confundidos entonces, yacen refulgentes también los cortesanos de esa danza macabra, arrastrados por la imperiosa fuerza del oropel y la sincronización del rugido de los motores sobre los cuales cabalgan los quijotescos “señores” de la confianza marchita. Y en medio del ventisquero que levantan en cada estación, los advenedizos huérfanos de respaldo y simpatía, sin palidecerse ni buscar sombrío refugio en la verdad, descrestan a los macondianos con fórmulas mágicas del progreso y el bienestar que ni al mismo Melquiades se le hubiesen ocurrido.

Hace un año, los personajes de la hojarasca guajira llegaron al congreso, con la ventisca propia de la ilusión y la oportunidad histórica de contar con cinco congresistas que representaran a La Guajira. Los paisanos congresistas tenían consignadas en sus credenciales el mandato ciudadano de los guajiros y guajiras para que fueran gestores del “nuevo cambio” anunciado por el mesías del progresismo. Y contaban con la suerte de que para cumplir a cabalidad esa misión, podrían ser secundados por los senadores de otras regiones que obtuvieron respaldo del electorado guajiro, entre ellos: Carlos Trujillo (20.578 votos), Efraín Cepeda (6.368 votos), Mauricio Gómez (5.293 votos), José Alfredo Gnecco ( 5.207 votos), Lidio García (4.607 votos), José David Name (4.104 votos), Antonio Correa (3.884 votos) y Didier Lobo (3.640 votos); todos, manifestantes recurrentes de compromisos «logísticos» y del juramento expresivo en su correrías políticas: «trabajaré incansablemente por La Guajira y el bienestar de todos sus habitantes».

De la emoción y promesas de esa hojarasca convulsionada por el ímpetu de los vientos del nordeste hoy no queda nada. La construcción de una agenda legislativa y una gestión que fuera superior a los intereses políticos y proselitistas futuros (elecciones de gobernador y alcalde) no recibió el respaldo y la concurrencia de los actores del frenesí electoral. A nuestro criterio, la agenda parlamentaria guajira se hundió en las composición y pujos por “alumbrar” una terna a la gobernación y en la embestida acusatoria entre competidores del juego de tronos. Claro ejemplo de esa frustración es la falta de abordaje de algunas apuestas de gestión y debates que sugerimos hace un año en esta columna, a saber:

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  • Conformación de una comisión accidental del Congreso para verificar el cumplimiento del Plan de Acción y Seguimiento (PAS) y los resultados del Comité Interinstitucional de seguimiento a las acciones ordenadas por la sentencia T-302 de 2017 y los compromisos establecidos en el CONPES 3499 de 2018, especialmente en materia de seguridad alimentaria, agua potable, salud y nutrición de la población wayúu.
  • Control político a la implementación y reglamentación de la Ley 2135 de 2021: Régimen especial para los departamentos y municipios fronterizos. Especial atención han de revestir los siguientes aspectos para su desarrollo normativo: Régimen aduanero especial y comercio transfronterizo; Distribución de combustibles líquidos en zonas de frontera; Zonas de frontera y Unidades especiales de desarrollo fronterizo; Planes estratégicos de desarrollo e integración fronteriza; Declaratoria de zonas especiales de intervención fronteriza; Centro Nacional de Atención en Frontera-CENAF y el fortalecimiento y consolidación de capacidades de las entidades territoriales fronterizas.
  • Debate político a los resultados de la intervención de la Nación a las competencias territoriales en los sectores salud, educación y agua potable durante el período 2017-2022 y evaluación de la gestión de los administradores temporales.
  • Inclusión en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 de un programa de cierre de brechas de la calidad de educación en los departamentos rezagados en los indicadores del sector (La Guajira, Chocó y departamentos de la Orinoquía y la Amazonía). El programa tendrá como objetivo la profundización en las áreas STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas).
  • Proyecto de Ley para la creación de Mecanismos de Participación Económica (MPEC) para las comunidades étnicas por la generación, distribución y comercialización en sus territorios de energías renovables provenientes de fuentes no convencionales (FNCER): biomasa, aprovechamientos hidroeléctricos, eólica,  geotérmica, solar, mareomotriz y el aprovechamiento energético de residuos.
  • Proyecto de ley para la generación de beneficios temporales que estimulen el desarrollo económico, físico y social de los municipios fronterizos receptores de población migrante venezolana.

La diversidad de los partidos y vertientes ideológicas de los miembros de la bancada guajira y la convergencia con senadores con arraigo electoral en nuestro departamento aseguran un buen nivel de interlocución para sacar adelante la «Agenda Común». Para lograrlo, los actores políticos e institucionales deben tener presente que el consenso regional y su gestión en Bogotá debe romper el concepto lampedusiano acuñado por los últimos gobiernos, quienes desde la fría capital engañaron a la Majayut guajira con la recurrente promesa de que: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Pues, señoras y señores congresistas, llegó la hora de demostrar que todo ha cambiado y que la hojarasca del desierto puede esparcir, no solo lamentos, sino el reclamo legítimo y justo de la Guajira en el capitolio nacional. Sería un valioso esfuerzo, que al tenor de una nueva narrativa política denote que el trabajo y el amor que ustedes sienten por su tierra está por encima de la ventisca de los cerros bogotanos y 2.600 metros más cerca de siruma (cielo).

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