Edicion agosto 22, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

La Guajira que soñamos, La Guajira que nos inspira

La Guajira que soñamos, La Guajira que nos inspira
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Columnista - Cinthya Ardila Socarras
Columnista – Cinthya Ardila Socarras

Cuando pensamos en La Guajira, inmediatamente vienen a nuestra mente los paisajes que cortan el aliento: el desierto que se funde con el mar en Cabo de la Vela, las salinas de Manaure brillando bajo el sol, los atardeceres dorados de Riohacha, la majestuosidad de la Sierra Nevada de Santa Marta desde sus estribaciones guajiras, y la fuerza ancestral del pueblo Wayuu, que mantiene viva una cultura milenaria con orgullo y resistencia.

La Guajira no solo es territorio, es alma. Es arte tejido en chinchorros y mochilas. Es música que vibra entre acordeones y tambores. Es un pueblo resiliente que sonríe a pesar de las dificultades, que resiste la sequía, la pobreza y el abandono con una dignidad admirable. Es una tierra bendecida por la naturaleza y por la diversidad humana.

Sin embargo, a pesar de su inmensa riqueza cultural y natural, La Guajira también es símbolo de las deudas históricas que el Estado colombiano aún no ha saldado. Años de corrupción, desinterés institucional y división política han frenado su verdadero potencial. Mientras hay niños sin acceso a agua potable y comunidades aisladas sin servicios básicos, la región sigue siendo usada como botín político por quienes ven más los votos que las verdaderas necesidades del pueblo guajiro.

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Hoy más que nunca, La Guajira necesita que sus líderes se miren a los ojos y entiendan que el tiempo de los intereses personales ya pasó. Es hora de construir una agenda común por el desarrollo, la inclusión y la justicia social. Los partidos, las ideologías y los egos deben quedar a un lado cuando se trata de garantizar el derecho a una vida digna para cada guajiro y guajira.

La Guajira que soñamos es posible. Una Guajira con educación de calidad, con salud digna, con infraestructura que conecte sus territorios, con un turismo sostenible que respete su cultura y genere empleo, con soberanía alimentaria y protección ambiental. Pero esa Guajira solo será una realidad si quienes tienen el poder de decisión se atreven a trabajar juntos, con transparencia, con compromiso y con amor por esta tierra.

No es utopía: es deber. La Guajira nos inspira con su belleza y su gente. Ahora le toca a la dirigencia inspirarse en su pueblo y actuar. Porque no hay mayor traición que renunciar al futuro de una región tan poderosa como esta.

La Guajira no necesita promesas, necesita unidad. No necesita discursos, necesita acción. Y, sobre todo, necesita que la cuidemos como lo que es: una joya invaluable del Caribe colombiano.

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