
En La Guajira comprendemos el valor de la protesta, el derecho a manifestarse y la necesidad de que nuestras comunidades, especialmente las indígenas, sean escuchadas. Pero también sabemos que no podemos seguir en un ciclo donde la respuesta a los problemas sea cerrar vías, paralizar la economía y afectar a quienes cada día luchan por salir adelante.
Los bloqueos que hoy enfrentamos han golpeado directamente a miles de guajiros que dependen del transporte, el comercio y la producción. ¿Quién piensa en esos padres de familia que no pueden llegar a sus trabajos? ¿En los estudiantes que ven interrumpida su educación? ¿En los comerciantes que han tenido que cerrar sus negocios por las pérdidas?
Las cifras son alarmantes: el sector minero, que representa más del 44% del PIB departamental, reporta afectaciones que ponen en riesgo el sustento de más de 12 mil familias. El comercio local ha registrado pérdidas millonarias y la inflación sigue en aumento, afectando principalmente a quienes menos tienen.
A esto se suma la crisis en el sector rural. La semana pasada, durante dos días de paro campesino en La Guajira, cientos de personas protestaron por el incumplimiento con los compromisos del Acuerdo de Paz, especialmente en lo relacionado con la Reforma Rural. Es evidente que hay problemas estructurales que requieren respuestas urgentes y soluciones sostenibles.
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Un informe de la Cámara de Comercio de La Guajira revela que los bloqueos ocurridos en 2024 generaron pérdidas en el sector turístico superiores a los 10.125 millones de pesos. El turismo, una de nuestras mayores riquezas, ha sufrido un duro golpe: hoteles con ocupación mínima, operadores turísticos sin reservas y viajeros cancelando sus planes por temor a quedar atrapados en bloqueos. Cada visitante que deja de venir representa una oportunidad perdida para los guajiros que dependen de este sector: desde los artesanos de la calle primera hasta los guías turísticos, pasando por transportadores y pequeños negocios locales. Si queremos que La Guajira sea un destino próspero y atractivo, debemos garantizar estabilidad y seguridad para quienes la visitan.
No podemos permitir que La Guajira se detenga. Es urgente que el Gobierno Nacional y departamental escuche a las comunidades y actúe con soluciones reales, a través del diálogo y la concertación, no con promesas vacías ni medidas improvisadas. El progreso de nuestra región no puede ser rehén de la parálisis.
Por eso, hago un llamado sincero al Gobierno y a todos los actores involucrados: se debe construir juntos una salida efectiva. Sentémonos a dialogar, a encontrar soluciones que permitan avanzar sin sacrificar el bienestar de los guajiros.
Es hora de un diálogo concertado para definir un camino en el que el desarrollo y la estabilidad de La Guajira sean una prioridad.